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Un cuadro de Lucas Jordán 'extravíado' hace un siglo reaparece en todo su esplendor

Durante años, el lienzo estuvo camuflado bajo otra pintura en el Museo Municipal

Nadie contempló en el último siglo el cuadro San Fernando ante la Virgen, del artista barroco Lucas Jordán, pintado en torno a 1702. Extraviado en la segunda mitad del siglo pasado, su paradero se descubrió hace tres años por casualidad. La obra seguía en su sitio, la capilla del Museo Municipal, pero había sido repintada para tapar piernas y brazos angelicales desnudos e iluminar las penumbras del barroco con tonos azules. El cuadro ha sido restaurado y se exhibirá públicamente a partir de mañana. Una detallada muestra fotográfica de su recuperación completa. la exposición.

El cuadro, de seis por cuatro metros, del pintor italiano del siglo XVII Luca Giordano -conocido en España como Lucas Jordán- nunca abandonó el edificio del Museo Municipal, en la calle de Fuencarral, Hospicio de Madrid hasta 1925. Jordán había pintado San Fernando ante la Virgen por encargo y se colgó en 1703 en el testero de la capilla. Permaneció allí casi 300 años, pero en el último siglo estuvo oculto bajo una capa de pintura: un par de manos desconocidas repintaron el lienzo, a finales del siglo pasado, sin borrar la obra original. Ningún documento del Hospicio dio cuenta alguna de la alteración.Lucas Jordán nació en Nápoles en 1634 y fue uno de los últimos maestros del barroco decorativo. En 1692, Carlos 11 le invitó a la corte para decorar los Reales Sitios. "Sospechábamos que podía estar allí debajo, porque el repinte conservaba el motivo principal del cuadro de Jordán. Pero no pasaba de ser una hipótesis", explica Carmen Reche, restauradora de la obra.

Cierres sucesivos del museo por obras y por falta de presupuesto desde 1929 postergaron una y otra vez la revisión de los fondos. Hasta que, en 1990, la Biblioteca Municipal, acomodada en la capilla del museo, es trasladada al ex cuartel de Conde Duque. Detrás de los anaqueles de libros estaba el cuadro perdido. "Descolgamos la obra para pintar la capilla y por primera vez encontramos indicios de que el Lucas Jordán perdido podía estar ahí. Bajo el marco había pintura marrón oscura, cuando todo el resto de la obra tenía tonos azules", señala Reche. Además, la calidad del lienzo correspondía a los del siglo XVII.

La restauradora inició sola la investigación. Paso a paso. "Empecé con un trozo de la cara de un ángel. Cuando vi que debajo había otros trazos, chillé y salté. Me emocioné", recuerda.

Fueron varias noches sin dormir. Reche no sabía hasta dónde había penetrado la pintura nueva sobre la original. "Asomaba una obra que llevaba un siglo perdida y mis ojos eran los primeros en verla aparecer lentamente", continúa. Una vez que Reche confirmó que era el lienzo perdido de Jordán, comenzó la larga restauración. Durante casi dos años vivió en un andamio de nueve metros de altura para limpiar una obra de la que ha acabado enamorada. Y que le ha dejado callos en las manos.

"Es muy raro, es ilógico, que una pintura esté repintada en su totalidad. Siempre desaparece al menos alguna figura. Pero esta vez la obra del pintor estaba completa", señala Reche. Incluso se ven los arrepentimientos del artista. Se observan los primeros trazos de las manos de algunos ángeles que luego alargó o perfiló", sefiala Reche.

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Enigmas en la pared

Acabada la restauración, aún quedan algunos enigmas por solucionar. El cuadro no está firmado. Sin embargo, en la parte superior hay unos grafismos realizados con el mango del pincel. "No sé si corresponden a su firma, hay que hacer un estudio comparativo de todos sus cuadros para afirmarlo. Pero no cabe duda de que es el Lucas Jordán perdido. El boceto que conserva Patrimonio Histórico así lo confirma", puntualiza Recher.

La calidad de la pintura de Jordán y las técnicas pictóricas del siglo XVII permitieron que los pigmentos originales no fueran alterados. Además de censora, la mano anónima se guiaba por recuerdos infantiles: coloreó las alas de los ángeles de rosa, al dragón lo pintó de verde césped y tapó tras ingenuas nubes blancas a cinco ángeles. La falta de conocimiento del transgresor, que recubrió el lienzo con una capa de cola para que sus óleos no resbalaran, también ayudó a su conservación. Sin desearlo, protegió así el original. Fue la capa de salvación.

Museo Municipal (Fuencarral, 78). artes a viernes: 9.30 a 20.00 horas. Fin de semana: 10.00 a 14.00 horas.

Desnudos indecentes

El Hospicio de Madrid nació en 1673 con un santo propósito: "Instruir a los pobres en la religión católica, evitarse la indecencia y confusión que ocasionan daños nocivos a la salud, evitar la odiosísima vagabundancia, madre de todos los vicios, ladrones y rufianes". Quizá en este párrafo esté una de las explicaciones para el repinte con mano tan torpe de un cuadro de Luca Giordano, reconocido como uno de los grandes pintores del barroco. La mojigatería de finales del siglo pasado llevó a recubrir brazos y piernas desnudos de los ángeles y a subir el escote de la Virgen. El Niño, que en el original aparece desnudo, fue cubierto de la cintura para abajo con un pañal. Lo mismo ocurre con otro de los ángeles infantiles que Giordano pintó en toda su desnudez. Había que "evitar la indecencia" delante de los niños del Hospicio; era una de las estrictas normas del centro. "La otra explicación posible es que a finales del siglo pasado surgió un espíritu muy crítico con el barroco, que llegó a considerarlo de mal gusto. La intención al repintarlo puede que fuera para darle más claros y huir de las sombras del barroco", explica Carmen Reche, restauradora de San Fernando ante la Virgen.

Mientras limpiaba el cuadro, Reche descubrió cinco figuras que los transgresores habían ocultado detrás de nubes blancas de dudosa resplandecencia. "Era un cuadro de muy mala calidad, cargado de planos y colores violentos. No podía presidir el altar de la capilla del Museo Municipal" añade.

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