La guerra de Bosnia
Desde hace dos años, cada día somos testigos de una matanza organizada: la humillación, la degradación de la condición humana a sobrevivir entre la metralla, el frío y el hambre. Y todo amenizado con la limosna humanitaria, que no hace sino prolongar y legitimar su agonía.Durante todo este tiempo, a pesar del sentido universal que tienen palabras como justicia y derechos humanos, he intentado contener mis sentimientos de castigar a los culpables de tan gran barbarie, los chetniks, los nacionalistas (de expansión, imperialistas) serbios.
Hasta ahora se ha jugado con las palabras como negociación, acuerdo entre las tres partes, neutralidad de la comunidad internacional, que son los argumentos que hoy, después de la carnicería (humana) en el mercado central de Sarajevo, sigue utilizando nuestro ministro de Asuntos Exteriores, el señor Solana.
Claro está que, puestos a pedir responsabilidades, no se pueden pedir muchas a nuestro Estado, pues todos conocemos el superfluo peso que España tiene entre "los jefes (militares) del inundo)", y que así sea por muchos años: más bien habría que pedírselas a Francia, Inglaterra y Rusia.
Lo que pasa, señores, es que los Estados jacobinos de Europa están dando un escarmiento a los nacionalismos. Que las tropas de ayuda humanitaria no son más que una parte del sucio juego de guerra dé los serbios, que ayudan a la limpieza étnica y que, en palabras del (psicópata psiquiatra) Karadzic, "habían encontrado una gran comprensión entre las tropas españolas, pues le habían dicho los militares que esta situación se podría dar en España quizás dentro de 20 años". Y, señores, puede que piensen que tengo mucha imaginación, pero lo tengo grabado de la BBC World Service, que llega por radio a través de onda corta. Y que los militares españoles piensen (que no lo dicen públicamente) así después de la negra historia de España hace temblar.
Señores dirigentes de los Estados (que no de los pueblos) europeos: ya se han sacrificado bastantes vidas inocentes y su credibilidad está bajo cero. Este ejemplo es todo lo contrario que necesita Europa. Con su ejemplo están dando una lección inolvidable a muchos europeos: rectifiquen ahora que aún pueden, porque por ese camino seguro que todos perderemos. Den a la justicia una oportunidad. Castiguen al agresor, paren la guerra de una vez por todas. Los cañones callan con más cañones, no con barras de pan.-
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