Descatalogado
Tengo 38 años. Este simple dato cronológico, cuya importancia desconocía, ha recobrado súbitamente hoy un especial interés para mí, y probablemente para unos seis millones de españoles con edades entre 30 y 40 años.Según publica su diario, hay otra especie dentro del género humano que acaba de ser catalogada: la generación X.
Ellos tienen entre 20 y 30 años y son descreídos, íntegros, tienen amigos y los quieren, el dirty look es su uniforme, River Phoenix es, era, su ídolo y la movida sexista se ha acabado para ellos. Como conozco a supuestos X que no responden totalmente a este estereotipo, les quiero advertir, porque salirse de la clasificación de algunos sociólogos gurús les puede condenar a ser vistos como una mutación genética, resultado de alguna radiación imposible.
Como, por otro lado, no nací a tiempo de coger el tren del hippy ni del yuppy, no pude identificarme con las ideas ni los atuendos del hippismo emergente y tampoco con los trajes de Armani, teléfonos móviles, ni chalé adosado en las afueras, como corresponde a la generación de 40-50 años, según la clasificación social imperante. Así que, queridos amigos de 30-40 años, estamos fuera de catálogo, lo cual no deja de tener interesantes ventajas: cada mañana, al mirarnos al espejo, podemos recomponer nuestra apariencia e ideas sin necesidad de parecemos a Mario Conde ni a River Phoenix. Puedo cantar lo mismo una de Miguel Ríos que de UB40, tener amigos a los que querer e incluso intentar ser íntegro.
En definitiva, hay que seguir descatalogados. Esconded nuestra edad, no demos pistas. Señor director, elimine la mía de esta carta. Mientras tanto, tendré un preciado tesoro: la posibilidad de elegir sin obligación de parecerme a nadie, excepto a mí mismo. Lo que no es poco.-
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