Los serbios que cercan Sarajevo empiezan a entregar su armamento a las fuerzas de las Naciones Unidas
ENVIADO ESPECIAL Por primera vez desde que comenzó, hace casi dos años, el asedio de Sarajevo, las tropas sitiadoras serbias comenzaron ayer a entregar parte de su armamento semipesado, morteros y pequeñas, piezas de artillería, a los cascos azules franceses de la ONU desplegados en algunas zonas de la ciudad para encargarse de la verificación del alto el fuego acordado el miércoles entre los jefes militares serbio, y bosnio.
Según los términos del compromiso, la neutralización del armamento pesado serbio -y bosnio por extensión- debería hacerse en los próximos cuatro días, aunque el comandante en jefe de las fuerzas de la ONU en Bosnia (Unprofor), general Michael Rose, ha extendido a una semana el plazo necesario para completarlo, más o menos el tiempo que tardarán en despegar de la base italiana de Aviano los cazabombarderos de la OTAN si este tímido proceso de desarme se interrumpe. Los responsables de las fuerzas de la ONU reconocen ignorar cuánto es el armamento en manos serbias.El mando de la ONU en Sarajevo ultimaba ayer los preparativos para pedir más tropas destinadas a la interposición entre los beligerantes. Los cascos azules franceses, que la víspera ocuparon simbólicamente un puente sobre el río que atraviesa la capital bosnia, continúan desplegándose, con apoyo canadiense, por el sector noreste de la capital bosnia. El objetivo final consiste en agrupar en sendos depósitos de dos zonas de Sarajevo los morteros, lanzacohetes y cañones de serbios y bosnios. Se daría entonces la condición inicial para hablar de paz y poner la ciudad bajo control de la ONU.
Los habitantes de Sarajevo son el mejor termómetro de que algo ha cambiado en el ambiente, de que el alto el fuego, aunque roto esporádicamente, se respeta en líneas generales, a pesar de que el Gobierno bosnio (ayer fue reconfortado por la visita del ministro francés de Exteriores, Alain Juppé) haya denunciado fuego artillero nocturno serbio contra sus posiciones. La gente se echó a las calles nevadas en las zonas céntricas, hasta el punto de que a los ojos de un observador extranjero funcionaba por momentos el espejismo de que la vieja ciudad interconfesional volvía a la vida.
Por entre los coches despamzurrados y la basura, junto a los mercados, se agolpaba gente aparentemente tranquila. A pesar de que la economía en Sarajevo ha vuelto virtualmente a la edad del trueque, con sueldos simbólicos, para los pocos que trabajan, del orden de las 400 pesetas mensuales, los musulmanes intentaban comprar lo imprescindible para celebrar mañana el comienzo del Ramadán.
El rayo de luz que se cierne sobre Sarajevo fue enfatizado ayer por el jefe de las fuerzas de la ONU en Bosnia, el general Rose, en una declaración dirigida a los contendientes. Rose, cuyo protagonismo crece por días, señala que está seguro de que esta es una gran oportunidad para el inicio de una fase de compromiso y pide a los dos bandos que cesen los ataques "que tanto hacen sufrir a gente inocente, puesto que estoy segur lo de que todos quieren acabar con esto". El alto el fuego en la ciudad se mantenía ayer, aunque se produjeron algunos disparos de mortero y de ametralladora. Rose dijo que se sentía "razonablemente satisfecho" con el desarrollo de la tregua, pero indicó que "es absolutamente inconcebible que unidades rebeldes intenten sabotear el alto el fuego y prolonguen así el sufrimiento de su propia gente en Sarajevo" .
Llamamiento de Juppé
A la llamada del general Rose se ha unido la del ministro francés de Exteriores, que pidió a los serbios que pongan fin al asedio. Juppé reafirmó, junto al presidente Alia Izetbegovic, que "Francia apoya el ultimátum de la OTAN", pero que a la vez está dispuesta por todos los medios a imponer en estos días de crítica espera y escalada diplomática una solución política y a "participar directamente en cualquier mecanismo de garantías" que se establezca para salvaguardar la paz.
El Gobierno de París ha volcado en las manos del Gobierno bosnio más de 70.000 millones de pesetas desde el comienzo de la guerra y al menos 6.000 voluntarios franceses realizan en Bosnia trabajos humanitarios.
Los serbios de Bosnia han vuelto al tono amenazador por boca esta vez del segundo jefe de sus fuerzas, el general Milan Gvero. Desde su puesto de mando en el noreste del país, el citado militar ha declarado que si se produce el anunciado ataque aéreo de la OTAN se cerrarán las fronteras y la escalada bélica en Bosnia será total. Y sugirió que los miles de voluntarios extranjeros que trabajan en el país deberían abstenerse de salir de las zonas consideradas seguras. De ahí a considerarles rehenes mediaría un paso.
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