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Comienza el relevo

Enric Company

El PSC ha sido dirigido desde su fundación por un amplio grupo de profesores universitarios formados en las luchas antifranquistas de los sesenta. Este grupo lleva 30 años haciendo política y tiene en su haber un caudal de éxitos singular. Pero este fin de semana ha mostrado con claridad que, como tal conjunto, ya no es reconocido por su propio partido. Frente a él se alza un nuevo poder. Raimon Obiols, Narcís Serra y Pasqual Maragall se las han visto y deseado para encontrar fórmulas de dirección que fueran aceptadas por los cuadros intermedios.La generación de dirigentes que fundó el partido no tiene todavía un relevo a punto, pero con el congreso de Sitges ha empezado el proceso de sustitución. Lo reconocía sin nostalgia Isidre Molas, uno de los fundadores, que ahora ocupará la presidencia del consejo nacional. No será, probablemente, un relevo en bloque. Nada parece indicar que Obiols, Maragall, Serra, etcétera, hayan llegado al término de sus trayectorias. Más bien lo contrario. Su edad les permite abrigar esperanzas de ver culminado su sueño de gobernar también en Cataluña. Pero la base del PSC no les considera ya capaces de resolver los graves problemas del partido.

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El más agudo de esos problemas es la separación existente entre el PSC como conjunto y su dirección en particular, y su base electoral. La abstención persistente de importantes franjas de población en las elecciones autonómicas se debe en gran medida a la ausencia de identificación social y cultural entre este partido y una parte de las clases populares catalanas, más que a una no identificación política. Esta situación, que dura ya 14 años, tiene angustiadas a las organizaciones del partido y bloqueada a su dirección.

Para hacerle frente, las organizaciones de base y los cuadros medios quieren una renovación que incluya cambios sustanciales en el plantel de figuras que han de componer el perfil público del partido. Caras nuevas y, sobre todo, capaces de desatascar socialmente al PSC. Capaces de conectarlo con los votantes de Felipe González, los que se reconocen en el PSOE y no en el PSC. El movimiento organizado para situar estas preocupaciones en el centro del congreso ha dado una tremenda sacudida al colectivo y ha puesto contra las cuerdas al grupo dirigente. Pero, al no disponer de equipo alternativo, ha tenido que dar paso a una solución que, en el fondo, es continuista.

En el envite se han materializado, no obstante, significativas rupturas. La principal es la registrada entre Obiols y Josep Maria Sala. Esta ruptura no ha sido explicada en términos políticos, aunque ha estado a punto de desbancar a Obiols y le ha costado a Sala el despacho que le convirtió en el gran hermano del PSC. Pero el congreso ha terminado dividido entre obiolistas y salistas.

Existe el riesgo de que la salida pactada sea falsa y abra una dinámica de división interna de consecuencias imprevisibles.

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