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Cita de leyendas en Estocolmo

Borg y Wilander se enfrentan tras 13 años para ayudar a niños con cáncer

Un aire de nostalgia flotaba en la Sala Real de Tenis de Estocolmo en la noche del pasado miércoles cuando dos leyendas vivientes del tenis internacional, Björn Borg y Mats Wilander, disputaron ante 3.624 espectadores el primero de tres partidos previstos. La victoria correspondió finalmente a Wilander.Con menos solemnidad que la entrega de los premios Nobel, el encuentro entre los dos campeones congregó un público similar. Desde el rey Carlos Gustavo y miembros de la familia real hasta figuras de la política, el espectáculo, el deporte y las finanzas, además de Robbin, el pequeño hijo de ocho años de Björn Borg, que desde la tribuna presenció el encuentro.

La idea de reunir a los dos ídolos, que habían jugado su último partido en el mismo escenario en 1981, venía madurando desde hacía atrás. Y nada más adecuado para concretarlo que la conmemoración del 50 aniversario de la Sala Real de Tenis, un escenario ligado a los grandes acontecimientos deportivos de Suecia y especialmente al tenis.

En esa sala, Björn Borg, en los años setenta, alcanzó la gloria cuando todavía no había' cumplido los 20 años y, en la década siguiente, Mats Wilander, con 16 tomó el relevo, iniciando una carrera que lo llevaría también a la cumbre del tenis mundial.

Después de unos años dorados, la vida se encargó de ir poniendo algunas pinceladas opacas en la figura de quien ha sido considerado el más grande de los tenistas suecos y quizá de la historia, y en más de una ocasión el nombre de Borg ocupó los primeros titulares de la prensa internacional, no para contar sus triunfos sino sus desventuras, alguna de las cuales dejaron malparada la imagen del ídolo.

Destellos geniales

Nada de ello puedo sin embargo quebrar el mito y la ovación con que el público festejó algunos destellos geniales del gran campeón en el partido del pasado miércoles. Wilander, próximo a cumplir los 30 años, ha tenido una vida personal más normal. Dejó el tenis para dedicarse a la música, pero recientemente ha vuelto a competir. Hace unos días participó en el Open de Australia, aunque no pudo pasar de las primeras rondas.Pero más allá de las peripecias en la vida de ambos, para, los ciudadanos suecos son dos glorias no olvidadas pese a que por distintos motivos ambos residen fuera del país desde hace varios años.

Por ello, el reencuentro con sus viejos admiradores en el escenario de glorias pasadas, en un partido cuya recaudación está destinada al Fondo Infantil de Lucha contra el Cáncer, fue como el retorno de dos hijos pródigos al regazo de una madre que nunca los olvidé.

El partido en la cancha lo ganó Mats Wilander. Björn Borg no pudo dedicar el triunfo a su hijo, que estaba presente en la tribuna, pero para los 3.624 espectadores presentes en la sala, además de los millones de suecos que siguieron el partido por televisión, el resultado era lo menos importante.

Lo importante fue la ilusión de rescatar por unas horas viejas emociones que el tiempo ha empalidecido pero sin lograr desterrar definitivamente.

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