"Lo peor que podía hacer era estarme quieto"
Con la quietud de quien acaba de sufrir una decepción, invita con amabilidad a elegir un espacio en su despacho, la tarde del pasado día 1, para mantener la entrevista. En su mesa de trabajo, un retrato de Enrique Tierno y una mano de madera articulada -como las que usan los estudiantes de Bellas Artes- con el puño cerrado. Aunque nació en la provincia de Jaén, lleva desde los ocho años en Vallecas.
Pregunta. ¿Merece la pena seguir en política sin un cargo?
Respuesta. Depende del convencimiento y de las ideas de cada uno. Siempre hay causas nobles por las que merece la pena seguir luchando.
P. Eso es lo que se suele decir. Pero usted obtuvo más de un millón de votos para ir al Senado. ¿Cree que aún tiene algún respaldo político?
R. Si además de tener ideas y la intención de defenderlas resulta que esas ideas y la manera en que tú las llevas a la práctica tienen el refrendo de 1.300.000 personas, no sólo merece la pena, es un estímulo para seguir luchando y se contrae una responsabilidad con las personas que te han dado apoyo, no solamente el voto, detrás hay también una actitud de apoyo. A mí me hace sentir una deuda de gratitud con los ciudadanos madrileños desde hace tiempo. Procuro devolver al apoyo con mi trabajo.
P. Tras el resultado del pasado domingo en la FSM, ¿cómo se siente: perdedor 0 corredor de fondo?
R. Yo me siento estimulado para seguir trabajando. No tiro la toalla, esto es el inicio de una, nueva etapa, para la FSM, y creo que va a ser muy dificil y complicada, no precisamente en las cuestiones internas; nos esperan unos retos y unos desafíos muy difíciles.
P. ¿Las elecciones?
R. Primero las europeas y luego las municipales y autonómicas. Incluso fuera de esos compromisos electorales, para mí está bastante claro que no hay que perder la conexión con la sociedad.
P. ¿Se ha roto la FSM?
R. Creo que no, sinceramente. Antes había razones para la integración y la unidad. Ahora, a la vista de los datos, no sólo es deseable, es una necesidad política. Soy optimista.
P. Definase: ¿renovador?, ¿integrador?, ¿guerrista?
R. Primero me tiene usted que decir quién reparte las etiquetas, quién da las patentes y quién se proclama dueño de vidas y haciendas, suyas y de los demás. Yo soy un socialista que lleva en esto muchos años. Soy una persona bastante normal y no pertenezco a ninguna casta.
P. Permítame que le muestre unos recortes de prensa. Fíjese en este titular de EL PAÍS de 1990: "Intentaré que no pierdan ni Acosta ni Leguina".
R. Creo que aún merece la pena que todos ganemos. Luchar para que pierda uno en el seno de tu propio partido me parece mezquino.
P. Y este otro titular de Cambio 16: "Nunca compito con amigos míos como Joaquín Leguina".
R. Eso fue cuando me ofrecieron ser secretario general de la FSM y candidato a presidente de la Comunidad y yo no lo acepté.
P. ¿Quién se lo ofreció?
R. Pues la mayoría en la FSM en el congreso anterior [José Acosta y Teófilo Serrano, en 1991]. De la, misma manera que ahora me han vuelto a hacer ofertas [ser número dos en la lista de Leguina]. Entonces tomé la opción de no competir con ningún amigo y he estado durante tres años intentando conseguir la unidad y la integración. Ya he reconocido mi fracaso, y ante la nueva situación me ha parecido, desde mi propia libertad, que tenía que tomar la iniciativa. Lo peor que hubiera podido hacer es estarme quieto. Leguina seguirá teniendo mi apoyo.
P. Pero Leguina prefiere que usted, Acosta y él mismo dejen paso a otras generaciones de socialistas.
R. Si él lo dice, sus razones tendrá. Pero que tome decisiones sobre la vida de los demás me parece excesivo.
P. Puestos a dejar la política, ¿a qué se dedicaría?
R. Tengo un puesto de trabajo asegurado en la banca. Si no, haría lo que siempre he hecho, salir por la mañanita con mi tartera debajo del brazo dispuesto a buscarme la vida.
P. ¿Cuántas veces ha cenado con José Luis Corcuera?
R. Ninguna. [Silencio]. Hace poco, los compañeros le ofrecieron una cena. Yo fui, le saludé, le di un abrazo y me marché. Y no cené.
P. ¿Recuerda un mitin electoral en San Blas, en 1989, cuando Alfonso Guerra se refirió a usted como "Juanito, hijo de albañil"?
R. Sentí un gran calor humano porque esas palabras estaban hechas también desde el afecto y el compañerismo. Cosa que deberíamos practicar más en política.
P. Quieren apartarle porque perdió la moción de censura, las elecciones y ahora su candidatura en la FSM.
R. Eso está en contradicción con el millón de votos que yo he obtenido. Yo soy de los que piensan que en la dignidad con la que se afrontan las derrotas democráticas de hoy está la mejor esperanza de las victorias del futuro.
P. ¿Hay dos modelos de partido en el PSOE?
R. Quizá todavía no. Creo que hay una apuesta por la renovación, pero, como la entiendo yo, tiene que ser con el abandono de la soberbia y de la prepotencia. Los socialistas, en nuestro programa electoral, fijamos como uno de nuestros objetivos el pacto social.
P. ¿Si hubiese estado trabajando en su banco habría secundado la huelga del 27-E?
R. Es muy probable que hubiese secundado la huelga. De hecho, el votar con la derecha en el Parlamento, teniendo en frente a las centrales sindicales, me ha creado una situación de incomodidad.
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