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Tribuna:
Tribuna
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La voz de su amo

Que no exista independencia en la prensa es grave pero, al fin y al cabo, es un negocio. Que una misma noticia aparezca en distintos diarios con datos opuestos, contradictorios, incompatibles, es algo a lo que todo el mundo está acostumbrado. ¿Por qué?, no lo sé. Que la mentira en letra impresa esté legitimada por ser un suceso cotidiano, con tal de que exista un periódico a la medida de cada "corriente de opinión", es muy triste. Los diarios parecen haber alcanzado independencia con respecto a la verdad, y no con respecto a la empresa a la que pertenecen. Claro está, que esto se nota más en situaciones límite.El secreto está en esa pequeña matización que da en llamarse "tratamiento de la noticia" (nunca manipulación), por lo cual, sin que uno se dé cuenta, recibe la noticia y el comentario como una misma cosa, indisoluble. En unos casos la técnica es literaria, en otros, una simple imagen, una foto. No es lo mismo sacar una portada en la que un policía pega a un manifestante, que otra, en la que un manifestante pega a un policía. ¿Alguien en su sano juicio las pondría en la misma portada? Son cargas de distinto signo que se atraen, se funden, y desaparecen. Se anulan. Ha llegado a ser más importante para el lector saber de qué lado está el que cuenta, que lo que cuenta.

Las empresas son empresas y se deben a sí mismas. Punto. Ahora bien, el Estado debería ser mas seno si se mete en faenas informativas. Puede que esto no sea posible en general, pero debería intentarse en casos concretos, donde estamos con los ojos abiertos, esperando que alguien nos aproxime a la realidad.

Al día siguiente de la huelga, escuchando la radio, se estableció una polémica en tomo al grado de participación de los trabajádores. Al parecer, la Jefatura Central situaba el tráfico de los accesos a Madrid en torno al 90% de lo habitual, mientras que un agente que se dedica a eso, a contar coches todos los días, afirmaba que no llegaba al 20%. Una cosa es que los datos de los sindicatos y los empresarios no coincidan, y otra, que los datos oficiales del Estado no coincidan con los de los funcionarios que los recopilan. Aquí no estamos en una empresa privada que secuestra la libertad de los trabajadores de la información para dar gusto a los clientes, o a los patrocinadores, estamos en un centro oficial que pagamos entre todos, que debería representarnos a todos, y cuyo consejo de administración somos todos.

Es una situación que ya he vivido otras veces, pero la diferencia en el dato no debe ser nunca del 70%. Por educación.

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