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Astrofísicos españoles y británicos encuentran una 'puerta' del principio del Universo

El descubrimiento, hecho en Canarias, confirma el hallazgo de 1992 sobre el Big Bang

Hace unos 15.000 millones de años, el Universo era muy joven y muy pequeño, no había galaxias ni, por supuesto, soles y planetas. Sin embargo, algo empezaba a formarse, la materia que acabaría siendo estrellas y grupos de estrellas empezaba a juntarse. Un equipo de científicos españoles y británicos, observando el cielo desde el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha encontrado las dos primeras estructuras en el cosmos primitivo. Además, este importante descubrimiento del Experimento Tenerife confirma el hallazgo, anunciado hace casi dos años por el grupo estadounidense de George Smoot, de que, efectivamente, la materia se estaba concentrando poco después del Big Bang, la gran explosión del origen del Universo.

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La materia se ve actualmente distribuida en galaxias, estrellas, planetas... Pero ¿cómo empezó a condensarse, a formar concentraciones e inmensos vacíos entre medias? ¿Dónde estaban al principio del cosmos las semillas de esas estructuras? "Nuestros datos indican las verdaderas coordenadas de estructuras incipientes en el Universo muy joven, además de confirmar el descubrimiento estadístico de Smoot", afirma Rafael Rebolo, astrofísico del IAC y coordinador del experimento Tenerife, cuyos resultados se publicaron ayer en la revista Nature. El equipo está integrado por seis investigadores del IAC y del laboratorio Jodrell Bank (Universidad de Manchester), y ha estudiado una franja del cielo con tres radioantenas instaladas en tierra."Hemos abierto una puerta al Universo cuando sólo tenía 300.000 años", dice el investigador español. Esa edad, puesto que han transcurrido unos 15.000 millones de años desde el Big Bang, equivaldría a las primeras horas de vida en una persona de 20 años. Joseph Silk, de la Universidad de California en Berkeley, ha comentado: "Son resultados enormemente importantes para medir la formación de las estructuras actuales".El revuelo en torno a estos incipientes grumos de materia se levantó hace casi dos años, cuando Smoot, con los datos del satélite Cobe presentados a bombo y platillo por la NASA en abril de 1992, anuncié que en el Universo primitivo ya había indicios de concentración de materia, Fue una enorme satisfacción para los cosmólogos porque sin esos indicios difícilmente podían explicar que hubiese ahora enormes agregados de galaxias. Pero los mapas que Smoot mostró entonces no eran una representación real de esas semillas, no se podía apuntar en el cielo actual y señalar: "Allí". Esto es lo que han lo grado ahora los científicos españoles y británicos.En la luz de la explosión

En realidad, lo que los astrofísicos buscan son minúsculas diferencias de temperatura en la llamada radiación cósmica de fondo, descubierta en 1964, que sería el remanente en el cielo actual del flash de la gran explosión inicial. Esa luz, viajando desde entonces a la velocidad de la luz en el Universo en expansión, llega a los detectores de los astrónomos, en cualquier dirección en que los apunten, como radiación de microondas.

"Hemos localizado una estructura caliente muy clara en la dirección de la constelación Perros de Caza y otra fría hacia la constelación del Boyero", explica Rod Davies, jefe del grupo británico en el experimento Tenerife. Las diferencias de temperatura indican que la materia no estaba distribuida homogéneamente al principio del Universo: donde hubiera mayor densidad que la media -temperatura más alta-, la materia se concentraría por efecto de la gravedad y acabaría formando agregados de galaxias, mientras que donde la densidad de la materia fuera menor se irían abriendo enormes regiones vacías.

"Los datos que presentamos ahora son mucho más sensibles que los que anuncié Smoot hace dos años, es posible que los americanos tengan ya datos tan sensibles como los nuestros, pero aún no los han publicado", dice Rebolo. Cobe dio el primer paso; Tenerife acaba de confirmar los resultados del satélite y ha localizado dos estructuras concretas. "Ahora esperamos que Cobe, con los resultados del segundo año de observación, confirme nuestra localización", continúa.

Tenerife es el resultado de 10 años de trabajo, un experimento que empezó modestamente con una antena para escudriñar el cielo. Actualmente consta de tres antenas dobles, como embudos de 60 centímetros de longitud que captan la energía de microondas. Minuto a minuto, con cada pareja de antenas se registran las diferencias de temperatura en una región del cielo y, como la Tierra gira, se cubre cada día un anillo completo de la bóveda celeste.

"Es muy emocionante. Cuando logras un resultado como éste te das cuenta de que realmente estás viendo el Universo primitivo, es una sensación muy especial que no notas en el trabajo diario, cuando estás manejando los registros", comenta Carlos Gutiérrez, del equipo Tenerife. "Tomamos unos 12.000 datos por hora, y luego los procesamos en ordenadores", explica Robert Watson, del IAC.Excelente observación

Los radiómetros, que han costado unos 35 millones de pesetas, fueron fabricados en Jodrell Bank y se instalaron en Canarias, donde las condiciones de observación astronómica son excelentes. "Aquí, a 2.400 metros de altitud, la atmósfera es seca y estable, y molesta poco en nuestras mediciones", continúa el coordinador del experimento.

A pesar de ello, los científicos han tenido que eliminar minuciosamente de sus datos las emisiones de objetos celestes que contaminan los registros de la radiación de fondo, como la Vía Láctea y otras galaxias. Cobe tiene que hacer lo mismo; sin embargo, desde el espacio se ahorra el estorbo que supone la atmósfera terrestre, mientras que las antenas de Canarias tienen que ver a través de ella. Por esto los equipos están diseñados para frecuencias diferentes de microoridas.Cuando Cobe, que rastrea todo el cielo y no sólo una franja, presente datos con mayor sensibilidad, debería aparecer en ellos una decena de estructuras similares a las dos ahora descubiertas. "Tenemos un programa de colaboración con los norteamericanos para relacionar sus datos con los nuestros, será muy interesante comprobar las coincidencias", dice Davies. Mientras tanto, el Experimento Tenerife continúa y se prepara un cuarto instrumento de medición. "Con él tendremos más resolución y veremos estructuras más pequeñas", afirma Gutiérrez.

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