Destinos
El secuestro de Julio Iglesias provocó una reacción popular de repulsa desconocida en Euskadi. Los pacifistas de Gesto por la Paz se encerraron hasta su liberación, y los trabajadores de su fábrica empezaron a manifestarse todas las semanas. Poniéndose a la cabeza de la reacción . popular, algunos políticos empezaron a pensar que había que pagar a los amigos de los terroristas con su misma moneda: boicoteo de comercios, llamarles asesinos por la calle y presentarse ante las sedes de HB cada: vez que se produjera un atentado. Algún pacifista teorizó que los demócratas deberíamos ser tan militantes (casi militares) como los activistas de las gestoras. La prensa saludaba alborozada que por fin había una reacción popular contra los violentos.Mientras, llegaban noticias -desmentidas o no confirmadas, lógicamente- de que un alto funcionario del Ministerio del Interior se entrevistaba con un dirigente de ETA para encontrar una salida al terrorismo.
De pronto, la mezcla de ambas realidades en la mente de otro político provocó una chispa, como decía Eisenstein que surgían las metáforas: ¿y si los. vascos hicieran al reves, es decir, dejar que la policía acose a los terroristas mientras ellos. discuten y negocian? ¿Qué pasaría?
Ahora sabemos qué pasaría: Arzalluz dice que no hay nada de qué hablar con los vascos de HB; que, en todo caso, el Gobierno de Madrid hable con ETA para resolver los problemas de Euskadi. Lo dice después de haber definido la autodeterminación como que los vascos sean dueños de sus destinos. Los otros partidos dicen que la, propuesta de discutir con el entorno de ETA tendrá valor sólo el día en que se les ocurra a todos a la vez.
Mientras esto sucede, va una apuesta con Arzalluz: ¿a que los de HB no dejan pasar la ocasión? ¿Hace una comida?
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