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A 9.000 kilómetros de los zapatistas

Los 955 mexicanos residentes en Madrid siguen preocupados los sucesos de Chiapas

Viven pendientes del teléfono y de los medios de comunicación desde el día de Año Nuevo. La revuelta, de Chiapas pilló de improviso, a los 955 mexicanos residentes en Madrid, pero sabían que la miseria que padecen los indígenas abonaba la violencia. Desde hace días sienten como una inmensidad los 9.000 kilómetros de océano que les separan de su tierra y algunos convocan protestas contra la represión de los indios.

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Ya van dos ofrendas a los muertos chiapanecos, con mariachis y simbología funeraria, en las calles de Madrid. Pequeños grupos de mexicanos y españoles se han unido para exigir al Gobierno de Carlos Salinas de Gortari el cese de los bombardeos y fusilamentos de los indígenas y para pedir una salida negociada. Los mexicanos que. viven en la ciudad (posgraduados y profesionales liberales en su mayoría) están. preocupados, Pero hay numerosos puntos de vista sobre el conflicto."Los indios no quieren más que comer; que no se pretenda encontrar detrás de este movimiento lo que no hay". Así de contundente se expresa Humberto Gutiérrez, nacido en Chihuahua hace 51 años y- dueño de la Cantina-Mexicana de Malasaña, uno de los lugares donde empezó a gestarse la protesta madrileña. "Lo que no me explico es cómo no ha estallado antes dado el gran retraso en que vive la zona de Chiapas" añade. Gutiérrez califica de "terrible" la actuación del Ejército.

Gloria Hernández, una socióloga mexicana de 35 años, cree que los campesinos no tenían otra opción que el levantamiento armado. '!Me gustaría que no muriera nadie pero prefiero que hagan esto a que no hagan nada, porque están más allá de la miseria", asegura. "Creo que es una causa justa para los indígenas y no una manipulación, porque me parece que la gente que dirige el movimiento es honesta" añade.

Sin embargo, Gabriela Valderrama, de 30 años, también socióloga, sospecha que alguien mueve los hilos detrás de los insurgentes. "Hay mucho dinero invertido en la revuelta y los campesinos no lo tienen, tal vez la han instigado grupos extranjeros que quieren dañar la imagen de México o incluso puede estar involucrado hasta el narcotráfico", argumenta. "La marginación de los indígenas ha sido el caldo de cultivo pero yo desapruebo el uso de la violencia, siempre quedan otras vías, como la desobediencia civil". "No creo que los bombardeos del jército hayan sido indiscriminados, aunque en ocasiones parece que los militares se le han ido de las manos al Gobierno", concluye.

Otra socióloga, de 38 años, que prefiere no dar su nombre, se encontraba en Ciudad de México cuando estalló la revuelta de Chiapas. "No puedo decir que soy zapatista, pero apoyo el indigenismo y las medidas para la justicia social", añade. "La intervención militar no es solución, hace falta negociar y darles todo el apoyo a los indios", dice. En junio volverá a su tierra. Ahora la tiene muy presente, como todos sus compatriotas.

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