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CDC convoca a su dirección para debatir la ruptura de su coalición con Unió

Un comité ejecutivo de Convergéncia Democrática de Catalunya (CDC) debatirá próximamente la ruptura de la coalición Convergència i Unió (CiU). Éste fue el acuerdo adoptado anteanoche por la dirección de CDC después de que Unió Democrática comunicara a su socio electoral que no apoyaría la reforma del reglamento del Senado por considerarla insuficiente en materia lingüística. Jordi Pujol, que llevó el peso de las conversaciones telefónicas durante toda la noche, se mostraba indignado al concluir la reunión. La reforma del Senado fue aprobada ayer con los votos de PSOE, PP y CDC.

"No hay nada a hacer; votarán en contra", señaló Pujol al regresar al Ejecutivo. Seguidamente aceptó una opinión generalizada durante la reunión que expresaron varios de sus miembros: celebrar una reunión extraordinaria para analizar si debe romperse la coalición y estudiar si han de presentarse unidos los dos partidos a las elecciones europeas del mes de junio.Durante la reunión del comité ejecutivo de Convergéncia afloraron numerosas críticas contra su socio de coalición y expresiones subidas de tono como "CiU no puede continuar de esta manera", "no podemos estar pendientes cada día de ellos", "es necesario un planteamiento nuevo de la coalición", "o bajan del burro [Unió] o la coalición se rompe". Pujol, que siempre ha defendido la continuidad de la coalición, no replicó a estás críticas a los democristianos y planteó la necesidad de que no se discuta en caliente.

El estado de confusión que se vivía ayer en la dirección de CDC era capitalizado por los dirigentes, del partido afines a Miquel Roca, partidarios de romper inmediatamente la coalición y hacer un nuevo reparto de poder en la dirección del partido. que beneficie más a. su líder que la situación actual. En esta línea, colaboradores de Roca señalaban ayer que "desde hoy, Pujol ya sabe que cuando negocie con González no puede contar con los 17 diputados ya que los cinco de Unió no acatan su autoridad, y eso es duro".

Credibilidad en juego

Pujol aseguró ayer tarde, antes de entrar a la reunión del Gobierno catalán, que los democristianos "han puesto en juego la credibilidad, la cohesión, la disciplina y la imagen de Convergència i Unió" después de que sus cuatro senadores votaran de forma distinta a los 11 de Convergència en el pleno del Senado. La declaración de Pujol se produjo después de que durante la mañana de ayer tratara de variar el sentido del voto de los senadores de Unió.

Primero convocó al secretariado del comité de gobierno de Unió para que votaran afirmativamente la reforma de la Cámara Alta. Los dirigentes de Unió que acudieron encabezados por el vicepresidente y consejero de Trabajo, Ignasi Farreras, en ausencia de su presidente, Josep Antoni Duran Lleida, que está en Chile, le indicaron que en esta ocasión no podían complacerle. Después telefoneó a Madrid al vicepresidente del Senado, Joan Rigol, advirtiendo del riesgo que suponía que Unió votara que no. Rigol tampoco complació a Pujol. Rotos todos los contactos, se encerró en su despacho y esperó la votación del Senado. Cuando ello sucedió realizó las declaraciones críticas contra Unió y les advirtió que escenas como la de ayer -la primera votación diferente que se produce en las Cortes sin que haya una cuestión de conciencia, como la ley del aborto- no favorecen la credibilidad de CiU.

Dirigentes de CDC próximos a Pujol, señalaban ayer que el malestar de Pujol no se circunscribe sólo a Unió sino que también afecta a Miquel Roca, por entender que no ha estado acertado a la hora de medir las quejas de los democristianos y defenderlas en sus negociaciones con el Gobierno.

Estos mismos dirigentes, partidarios de "recortar las alas a Unió", no de la ruptura, recordaban ayer que Unió fue un aliado de Pujol en la crisis que mantuvo con su secretario general hace un año y que sólo está aparcada. "Sería un error que el presidente volviera a caer en manos de Roca".

Roca dijo anoche en TVE que estaba convencido que este conflicto se resolvería y que CiU continuará siendo garante de la estabilidad política del país. "Convergència y Unió son dos partidos con un proyecto común. Es lógico que haya discrepancias, lo que me preocupa es que puedan lesionar la voluntad de actuación unida y más en plena crisis económica".

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