Expectación en el juicio a la mujer que cortó el pene al marido

Lorena Bobbitt, la mujer de 24 años de edad y de origen ecuatoriano que el pasado verano cortó el pene de su marido con un cuchillo de cocina mientras éste dormía, se sentó ayer en el banquillo entre la expectación popular estimulada por la presencia de cámaras y micrófonos. Casi un centenar de medios están acreditados en el juicio.No se discute si lo hizo o no, porque ella misma lo confesó a los pocos minutos. Lo que está en cuestión es lo que ocurrió antes,y los motivos de la acción. El marido, John Wayne Bobbitt, que fue absuelto el pasado 9 de noviembre de la acusación de malos tratos y violación, asegura que la noche del 23 de junio del año pasado llegó a su casa después de haber estado bebiendo con un amigo y que se acostó, aunque tiene vagos recuerdos de mantener algún tipo de relación sexual con su mujer. Ella dice que la atacó y violó, como había hecho en muchas ocasiones y que por eso, cuando se quedó dormido, no se lo pensó dos veces. Después de cortarle el pene, huyó de casa y hasta que no estuvo circulando con su coche no se dio cuenta de que se había quedado con el miembro de su marido. Lo tiró a la calzada y llamó a la policía, para contar lo ocurrido. La policía encontró el miembro, lo envolvió en hielo y lo llevó al hospital en el que mientras tanto había ingresado John Wayne Bobbitt, al que le fue reinjertado el órgano después de una operación de 10 horas.

En el debate que rodea el juicio la mayor parte de los grupos feministas, sin apoyar necesariamente la medida tomada por Lorena Bobbitt y por otras dos mujeres en casos semejantes en Tejas y California, creen que se trata de una respuesta adecuada a la agresión sistemática y a la violencia doméstica que sufren un buen número de mujeres, y que cualquier decisión del jurado contraria a Lorena Bobbitt supondría un retroceso de años en la toma de conciencia del problema y colocaría a las mujeres bajo el prisma de la culpabilidad. Los abogados de Lorena Bobbitt recurrirán a la defensa propia y al desequilibrio emocional provocado por los malos tratos para justificar a su cliente.