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Amedo, Michel, Garzón y el 92

Con la salida de Rafael Vera, los policías José Amedo y Michel Domínguez, condenados a más de 100 años por su implicación en los GAL, pierden a su último valedor e interlocutor en Interior para gestionar un posible indulto. Vera no tiene rubor en reconocer en privado que asume tal labor "por responsabilidad de Estado", ya que cuando este grupo comenzó a actuar, él era subsecretario de Interior, y, en consecuencia, no tenía relación con la lucha antiterrorista.Vera, que se jacta de su buena relación con los jueces de la Audiencia Nacional, considera que la atribución de competencias en materia de mando policial al actual delegado del plan nacional sobre drogas, Baltasar Garzón, hace necesarias ciertas reformas legales para hacer funcional el nuevo organigrama, ya que, recuerda, la Ley de Cuerpos y Fuerza de Seguridad atribuye tal competencia al ministro y al secretario de Estado para la Seguridad.

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Vera ve injusto que se centren las críticas a su gestión en la política de contactos con ETA. "Habría que recordar cómo estaba ETA en 1982 cuando yo llegué aquí, más el ruido de sables que originaba, con el estado actual de la banda", se ha. quejado a sus íntimos. "Ahora parece que todo lo que he hecho es la política de contactos y sondeos con ETA", ha manifestado en tales círculos. En este sentido, Vera ha recordado su intervención en la ejecución de los planes de seguridad de la Expo o los Juegos Olímpicos, la unificación y coordinación policial, sus planes para combatir la delincuencia juvenil, la inseguridad ciudadana, la inmigración ilegal, el narcotráfico y la coordinación de operaciones antiterroristas.

Sus detractores suelen acusarle de que nunca ha aportado ninguna información o pista en materia dé terrorismo y de precipitar operaciones por razones políticas, lo que rechaza. "Hemos dado pistas decisivas y respetado la decisión de los profesionales incluso cuando hemos discrepado ocasionalmente, y el balance de la lucha antiterrorista es muy positivo". Reconoce la existencia de un síndrome Bidart que llevó a que durante cierto tiempo hubo una cierta obsesión en capturar a la nueva cúpula por encima de los diferentes comandos, cuando la nueva dirección nunca tendrá el peso de la detenida en 1992.

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