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Papandreu pide a la UE que obligue a Macedonia a renunciar a los símbolos ofensivos para Grecia

Lluís Bassets

El Gobierno socialista griego de Andreas Papandreu desea aprovechar la presidencia semestral del Consejo de Ministros de la Unión Europea para hacer gala de ortodoxia comunitaria y evitar que los conflictos balcánicos malbaraten las relaciones entre los Doce, según se desprende del programa presidencial y de las declaraciones realizadas ayer en la reunión entre los ministros helenos y los miembros de la Comisión Europea. El Gobierno de Atenas ha expresado su malestar por lo que considera prejuicios antigriegos expresados con motivo de su presidencia. Papandreu, por su parte, aseguró que el conflicto sobre el reconocimiento, de la antigua república yugoslava de Macedonia no envenenará el semestre griego, pero pidió a sus socios que presionen a Skopie para que renuncie a las reivindicaciones y símbolos ofensivos para Grecia.

Papandreu quiere aprovechar la oportunidad que le brinda la presidencia, principalmente frente a su opinión pública, para hacer más fácil la política de ajuste presupuestario que necesita Grecia. Quiere también demostrar que no hay motivo para la desconfianza por parte de sus socios europeos: el programa de trabajo es de una ortodoxia y de una densidad enormes, incluso en las cuestiones más alejadas del interés de Atenas, como es la ampliación de la UE a los países escandinavos y Austria, o la segunda fase de la Unión Económica y Monetaria.El anciano dirigente griego quiere también que su país aproveche la circunstancia para afianzarse como país lideren los Balcanes, lo cual significa resolver el problema de Macedonia, seguir contemporizando con la guerra de Bosnia y probablemente intentar cargar la cuenta de los desperfectos sobre Turquía. Papandreu desea obtener de sus colegas una actitud comprensiva respecto a Macedonia similar a la que acompañó a la presidencia danesa y británica respecto a Maastricht o a Francia en la cuestión del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio).

El presidente de la Comisión, Jacques Delors, apoyó claramente esta petición y repitió ayer en varias declaraciones que "los griegos son miembros de la Unión Europea de pleno derecho". El alud de críticas suscitadas por las posiciones proserbias de Atenas obligaba, a lo que se ve, a precisiones tan obvias como las que ha realizado Delors.

Parte de las críticas tienen su origen en el papel de Grecia en la UE, en la que ha conseguido aparecer como un gran muñidor de fondos de ayuda, unas aportaciones que significan entre el 5% y el 6% del PIB griego.

La actual presidencia, la tercera de Papandreu, es la última ocasión que tiene el veterano político para redimirse un poco respecto a su borrosa trayectoria europea. De ahí la densidad de su programa de trabajo, que deberá culminar en la cumbre de Corfú con la plena aplicación del Libro Blanco sobre el Empleo. Pero uno de los problemas que deberá afrontar el anciano dirigente socialista son los achaques propios de sus 74 años de edad.

La explicación que proporciona el Gobierno griego a las críticas son los sentimientos antisocialistas de buena parte de sus colegas; de ahí que el programa de la presidencia se dedique también a satisfacer su propia coartada y ponga el acento en algunas cuestiones características de la izquierda, a pesar de que Papandreu tiene la intención de aplicar el mayor rigor económico posible. Atenas volverá a la carga, como hizo en 1988, con la Europa social, reinvindica la ampliación de la ciudadanía de la Unión al derecho de voto en las elecciones municipales y va a actuar como apóstol de la propuesta de Delors de una emisión de deuda europea para financiar los programas de grandes inversiones en infraestructuras.

Papandreu y su locuaz ministro de Asuntos Europeos, Teodoros Pangalos, dejaron ayer bien claro, por su parte, que el Gobierno griego está dispuesto a coexistir con una república vecina que se denomine a sí misma Macedonia y tenga como. apelativo internacional el de República ex Yugoslava de Macedonia (FYROM, en las siglas inglesas). Pero exigen previamente que el Gobierno de Skopie retire de su bandera el símbolo de la Macedonia griega de Alejandro Magno, elimine unas frases de su Constitución que aluden a la liberación de los macedonios de Grecia y reconozca las actuales fronteras entre ambos países.

"Han puesto en su bandera un símbolo de nuestra historia y reivindican la mitad de nuestro territorio, mientras que nosotros les proporcionamos ayuda económica y hemos reconocido las fronteras", aseguró Pangalos. Papandreu, por su parte, quiso hacer una lectura positiva de la apertura en Skopie de legaciones diplomáticas de seis países de la Unión (Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda y Dinamarca). "Una vez hecho el mal", aseguró, "demos la posibilidad a estos países de hacer presión [sobre el Gobierno macedonio] para que realice concesiones".

Fuentes de la Comisión Europea reconocieron, sin embargo, que el objetivo de Atenas es conseguir una estabilización de la cuestión macedonia durante su semestre presidencial para acrecentar su liderazgo económico y diplomático en la región.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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