Oficio de madre en Sarajevo
Crece el número de nacimientos pese a los horrores de la guerra
(NEWSWEEK) En Sarajevo, el oficio de madre es un trabajo de trinchera. En una ciudad sometida a un cerco infernal, con largos periodos sin agua, calefacción o electricidad, y donde se muere a traición, víctima de una bala de francotirador o de la metralla de una granada, tener un hijo es una provocación a la muerte.En el primer año de la guerra, cuando los radicales serbios parecían capaces de borrar toda Bosnia-Herzegovina del mapa el miedo dejó yermas a miles de mujeres. En una ciudad de 300.000 habitantes apenas nacían un par de niños al mes. Ahora todo ha cambiado. Las mujeres de Sarajevo producen más niños que personas matan los sitiadores. Los serbios empiezan a perder la batalla estadística. Desde febrero, el número de natalicios se ha multiplicado por 2,5. Varios los hospitales se han visto obligados a abrir con celeridad, secciones de maternidad para hacer frente a la nueva demanda.
" Cada mujer que tiene un bebé en Sarajevo es, sin duda, una heroína", afirma orgulloso Senad Mehiriedbajic, uno de los ginecólogos de la moderna maternidad del hospital de Kosevo. Como Zejrika Dzafovic que logró el honor de traer al mundo a Samir, su hijo, el primero de 1994. La ayuda humanitaria que da de comer a la ciudad apenas cubre un 10% de las necesidades de las mujeres embarazadas, situación que trata de remediar el Unicef con un nuevo programa alimentario Muchas, como Gordona Kitic, de 31 años, embarazada de ocho meses, sobreviven gracias a la ayuda de sus vecinos, que se desviven en atenciones imaginándose tíos de la futura vida.
Sacar adelante un bebé en una zona de guerra es una tarea harto complicada. La mayoría están pálidos como la cera, pues casi no ven el sol. Sus progenitores los protegen de los profesionales de la muerte escondiéndolos en los rincones oscuros y remotos de sus casas, lejos de las ventanas. Madres, enflaquecidas, casi anémicas, se empeñan en dar de mamar a sus nuevos hijos. Es el caso de Aida Selmanovic, que se hace sacar cada día una dosis de leche que cabe en una botella de pepsi para dar de comer a sus dos gemelas.
Los niños de Sarajevo nacen, por lo general, escasos de peso. El número de nacimientos con defectos es más elevado de lo normal. Adis, el hijo de Amina Mehremic, tiene, por ejemplo, espina bífida. Su caso no es una excepción. Otros se muestran extremadamente nerviosos y llorones. Dicen los psicólogos que es el estrés de la guerra.
Algunas madres optan por la maternidad para hacerse acompañar, para hallar una razón por la que sobrevivir. Otras lo hacen para reemplazar a un hijo muerto. Gordona Kitic, en cambio, no oculta sus motivos políticos: "Quiero", dice "que Sarajevo siga con vida. No importa lo que nos hagan, no podrán [los serbiosl detenernos".
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