Largo adiós para la Zona Franca
Seat pierde 7.600 de sus 23.000 empleos y confía en sus nuevos modelos para remontar la crisis
"Es la última vez que apoyamos a Seat". Así de claro lo dijo el presidente de Volkswagen, Ferdinand Piéch, cuando a mediados de diciembre, el consejo de vigilancia del grupo aprobó sacar de la quiebra a. su filial española. Las palabras del presidente daban por concluido un ajuste laboral de 7.600 de los 23.000 empleos de Seat, tras una dura lucha en los sindicatos.La empresa-símbolo de la automoción española y también la más grande del sector, ha resultado la más tocada por la crisis. De Seat dependen indirecta mente 50.000 empleos en la industria auxilar.
Seat no sólo ha sufrido el gran constipado de la crisis económica, sino también una mala gestión. En 1993, las cuentas se han plagado de pérdidas: devaluación de la peseta, caída de ventas, deuda para construir la fábrica de Martorell, encarecimiento de componentes.
Al final, Volkswagen ha apoyado a Seat perdonándole 115.000 millones de deuda. La deuda perdonada ha pasado ahora a convertirse en capital Seat no pagará ni capital ni intereses de la deuda perdonada y podrá recuperarse más rápidamente. Fuentes directivas de Seat resumen así este apoyo: "Es como si Volkswagen hubiera vuelto a comprar unas acciones que ya eran suyas".
La reducción de 7.600 empleos en la vieja fábrica de Zona Franca ha sido la parte más dolorosa de esta crisis. La empresa ha considerado obsoleta esta fábrica, que se cierra tras dos años de dudas sobre su continuidad. Zona Franca era considerada una rémora para que Seat supere su grave crisis. 3.000 trabajadores no se podían imaginar hace dos meses que serían prejubilados anticipadamente y los otros 4.600 se han ido a casa por dos años con la promesa de que volverán a la empresa si no son recolocados dentro o fuera de Seat.
Pero la empresa quiere pasar rápido la dolorosa página de la reestructuración. Está esperanzada con los nuevos modelos: el Córdoba y el nuevo Ibiza, que fabrica la moderna fábrica de Martorell. El presidente de Seat, Juan Llorens, afirma: "Tenemos unos coches muy buenos. Seat va a salir adelante".
La vieja fábrica de Zona Franca, construida a partir de 1951 junto al puerto de Barcelona, dejará de hacer coches en septiembre. La crisis le va a costar a la Administración 27.000 millones de pesetas en salarios de los trabajadores en regulación y prejubilaciones, según ha informado al Congreso el ministro de Industria, Juan Manuel Eguiagaray.
Pero tras esta crisis, Seat ha perdido autonomía de gestión frene a Volkswagen. El recién nombrado presidente de Seat, Juan Llorens, no ocupa un puesto en el consejo ejecutivo mundial del grupo, como su antecesor Juan Antonio Díaz Álvarez. Además, se acabó la autonomía financiera. Las. decisiones se toman en Alemania. Se acaba de nombrar un vicepresidente comercial alemán para mover la red comercial tras el lanzamiento de los nuevos modelos.
Para la industria auxiliar queda una oferta que debe materializarse en los próximos meses: Seat se ha compromedio por escrito ante los sindicatos a aumentar las compras de componentes en España desde el 50% hasta el 64%. Esta situación podrá mantenerse siempre que la peseta no se aprecie frente al marco alemán. A cambio, la empresa quiere animar a los proveedores a participar en un nuevo parque industrial que se instalaría en la Zona Franca.
Polémico Superlópez
La nueva etapa de Seat no se explicaría sin la llegada de José Ignacio López de Arriortúa al grupo. Superlópez, a quien unos creen un genio y otros simplemente un lunático, lo tiene claro.
El ingeniero vasco llegó a Volkswagen de General Motors el pasado marzo. Desde entonces se dedica a aplicar en todo el grupo sus teorías basadas en: ahorro de costes, control de calidad y aumento del protagonismo de los cuadros y trabajadores en las decisiones. Superlópez aplica en Seat su famoso método KVP al, cuadrado, definido, por él *mismo como "un proceso de mejora- continua en la producción". El objetivo declarado es fabricar 34 coches/año por trabajador, diez más que ahora.
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