Regalos de Navidad
Como lectora de su periódico y al mismo tiempo aspirante al ejercicio de esa digna profesión, y después de leer los razonamientos expuestos por Soledad Gallego-Díaz, Defensora del Lector, a propósito de los regalos de Navidad enviados a los trabajadores de EL PAÍS, me permito unas opiniones breves: un periodista no debe aceptar regalos de ningún precio que puedan coartar, condicionar, modificar e incluso silenciar sus juicios en un futuro con respecto a los organismos o entidades donantes. El rechazo de esos objetos dará como fruto un ahorro en la economía de esas empresas privadas o públicas, así como un gran desahogo para todos ustedes, los periodistas, que se verán libres el próximo año de tanto cachivache inútil rodando por las mesas de la Redacción. Ya es hora de acabar con tanta hipocresía y tantos ritos sociales que amordazan, molestan e intimidan encubiertamente. Entiendo que se paguen favores a otros profesionales, pero a los periodistas déjenles escribir libre y objetivamente, no les obsequien por callar, que ésa no es su misión.-
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