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Entrevista:

"Cuando los servicios secretos vigilan a alguien lo hacen con permiso del juez"

Miguel González

En vísperas de Navidad, Julián García Vargas ha vuelto por tercera vez a Bosnia. Desde su primera visita, en diciembre de 1992, la situación bélica se ha agravado y el contingente español ha pagado, con 11 muertos, su labor en la zona. Pese a ello, intenta ser tranquilizador: "Los familiares de nuestros militares deben saber que están mejor instalados que hace un año y que el riesgo que corren no es mayor que entonces, aunque ahora lo conocemos mejor. Lo que sí es cierto es que el año pasado estábamos mucho más motivados. La gente que estaba allí veía que todos los días distribuía ayuda, y ahora todo son dificultades. A pesar de eso, somos conscientes de que sin los cascos azules, en Mostar se habría producido una matanza".Pregunta. Las conversaciones de esta semana se han saldado con otro fracaso.

Respuesta. La presión de la Unión Europea ha servido para aproximar las posiciones y se está más cerca del acuerdo que en septiembre. Pero tampoco se ha firmado esta vez [el acuerdo] y, como consecuencia, se ha roto la tregua de Navidad. Eso significa empeorar la situación humanitaria aún más.

P. Tanto usted como su colega de Exteriores, Javier Solana, han repetido que, si en primavera no hay acuerdo, habrá que replantear la presencia de los cascos azules. ¿Va a proponer España que se retiren?

R. El tamaño intermedio que tiene España da cierto margen de maniobra y algunas de nuestras propuestas no pueden hacerlas otros países. Por cierto, las reflexiones que el ministro de Exteriores o yo hemos hecho empiezan a compartirlas nuestros aliados. Lo que queremos decir es que, si la situación del conflicto ya no se corresponde con la que existía cuando se aprobaron las resoluciones [de la ONU], habrá que replantear nuestra actuación. Hay que preguntarse si la presencia de los cascos azules es la solución más adecuada, porque pueden buscarse otras. Esta es una reflexión que deben tener en cuenta los contendientes: no pueden desentenderse del sufrimiento de su propia población. No pueden jugar con eso y chantajeamos con nuestros sentimientos. Que sepan que nos podemos marchar.

P. Es una paradoja que, aunque la operación en Bosnia haya mejorado la imagen de las Fuerzas Armadas, el número de objetores siga creciendo espectacularmente.

R. Las ideas tienen una gran inercia y las actitudes sociales, más aún. En la España de los años ochenta, entre los jóvenes, ha habido una disminución del número de causas por las que luchar... o contra las que luchar. Una de las pocas que ha sobrevivido es el estereotipo del militarismo. Uno de los símbolos de autoridad que quedan es la institución militar, con independencia de que se haya adaptado a la sociedad en que vivimos o haga misiones humanitarias. Probablemente esta actitud se mantendrá algún tiempo más. Si a esto le añadimos que las dificultades para organizar la prestación sustitutoria son evidentes, el resultado es que uno puede no hacer nada: no hacer el servicio militar y, con un poco de suerte, no hacer ninguna prestación social. Todo esto es lo que genera ese aumento del número de objetores. ¿Cómo atajarlo? En mi opinión, hay que ser más sincero y no tener excesiva timidez. Si la actual ley de Objeción de Conciencia no funciona bien, habrá que pensar en modificarla o, al menos, cambiar su aplicación.

P. Usted aludió en el Congreso a la posibilidad de realizar "ejercicios periódicos de adiestramiento" durante los tres años posteriores a la mili, cuando ya se está en la reserva.

R. Hay que tener la capacidad de que los reservistas se incorporen a la unidad en el más breve periodo de tiempo. No se trata de incrementar su preparación militar, sino que, si hay unidades con una dotación baja, puedan completarse y empezar a funcionar en unos días. Eso se puede lograr si se adiestra a los reservistas para incorporarse y saber cuál es su función. Lo ideal sería que al menos una vez en ese trienio hiciéramos la prueba de que se incorporaran a la unidad.

P. ¿Durante un fin de semana?

R. O quizá menos, depende de las distancias. Lo importante es comprobar que todos los efectivos de la unidad pueden presentarse en un tiempo razonable.

P. El Gobierno acaba de aprobar la incorporación al Euroejército.

R. Hemos aprobado el inicio de conversaciones. Yo he comunicado por carta a mis homólogos de Francia, Alemania y Bélgica que a partir de enero realizaremos los trámites para concretar nuestra aportación. La unidad seguirá estacionada en territorio español. Se va a discutir sobre el idioma: parece poco realista que los españoles hablen en todos los casos francés y alemán. Tendríamos que llegar a un acuerdo para que una de esas dos lenguas se sustituya por el inglés. Tenemos que garantizar también el uso del español en comunicaciones y actos. Todo esto con cautela, porque no podemos convertir aquello en una torre de Babel. Parece un asunto menor, pero las lenguas están constituyendo una de las preocupaciones esenciales del Euroejército. En. la OTAN, eso está resuelto con el inglés. En cuanto a nuestra aportación, lo más probable es que sea la Brigada Mecanizada XXI de Córdoba, que está en proceso de incorporar profesionales y mejorar sus medios.

P. Usted aseguró en el Congreso que no había ningún agente en activo del servicio secreto Cesid implicado en la red de escuchas ilegales de Barcelona. Pero no puso la mano en el fuego. Matizó que lo decía con los datos que tenía entonces, sin descartar otros.

R. Lo que dije en el Parlamento lo reitero. Y dije algo bastante obvio: que las organizaciones están compuestas por seres humanos y que un comportamiento inadecuado en alguna persona aislada es algo que nunca se debe descartar.

P. Algunos sospechan que esa red informaba también al Gobierno.

R. Este Gobierno ha demostrado, desde hace 11 años, que no utiliza esos medios. Que es un Gobierno democrático que respeta la legalidad en todos' los campos. Incluido ése que a veces se dice que está aparte. No lo está. Ahí también juegan los derechos constitucionales, y cuando se tiene que actuar para vigilar a una persona, por razones de seguridad del Estado, se hace con autorización del juez.

P. Lo que ha habido, en todo caso, es un fallo del Cesid. ¿Qué medidas va a adoptar para que no se repita?

R. Obviamente, medidas de carácter discreto, como corresponde a la naturaleza de la entidad.

P. Y este fallo, ¿no debe acarrear el relevo del máximo responsable?

R. Nadie puede garantizar al cien por cien el buen hacer de sus colaboradores. En ninguna actividad humana. En este terreno se debe exigir más que en otros, por la delicadeza de la actividad, pero no se puede pedir la perfección. Sí deseo subrayar que el señor Alonso Manglano es un excelente director del Cesid y ha prestado impagables servicios a la democracia española.

P. ¿Qué sienten los militares cuando oyen que el Ejército no puede evitar la autodeterminación de Euskadi?

R. Afirmaciones como ésa les sorprenden y les duelen. Porque las Fuerzas Armadas están totalmente al margen del juego político y, por tanto, que se les invoque en el debate partidista les parece injusto.

P. En lo que tiene razón Xabier Arzalluz es en que el tema de la autodeterminación está hoy planteado en Europa.

R. Estoy seguro de que lo que preocupa a los vascos es que se resuelva la crisis económica, que mejoren las condiciones sociales, que su industria sea capaz de competir, que se acabe para siempre la violencia y que la autodeterminación ocupa un lugar muy remoto de sus preocupaciones. Habrá que preguntar al señor Arzalluz por qué la plantea. Yo no tengo la respuesta.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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