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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paz interina

LA APROBACIÓN definitiva, anteayer, de la Constitución democrática interina de Suráfrica recuerda el haraquiri colectivo al que se sometieron las Cortes de Franco en el inicio de la transición. Menos en un punto. Aunque el texto se ha aprobado por una aplastante mayoría, deja abierto el problema principal que plantea el desmantelamiento del sistema de apartheid la existencia de una Alianza por la Libertad (FA, extraña simbiosis de dos facciones de la extrema derecha blanca y de varias facciones negras, entre ellas el partido Inkhata del jefe zulú Buthelezi), disconforme con el largo y dificil proceso de democratización del país.Uno de los miembros de la FA, el Frente del Pueblo Afrikáner, que constituye el ala blanca más radical, ha venido condicionando su voto favorable a la Constitución interina y a sus consiguientes reformas a la firma de un acuerdo de paz con el Gobierno y sobre todo con el Congreso Nacional Africano (ANC) de Nelson Mandela. La negociación gira en torno a la posibilidad de creación en la futura Suráfrica de un homeland blanco afrikaner que recibiría el nombre de Volkstaat (Estado del Pueblo). El acuerdo de paz estaba listo para la firma. Pero el líder afrikáner, general Constand Viljoen, decidió no rubricarlo, ahorrándose de paso problemas con los componentes negros de la FA.

Una mala interpretación de última hora lo estropeó todo. En el acuerdo de paz negociado entre el Frente Afrikáner y el ANC se especificaba que el frente sólo consideraría "participar en las estructuras y proceso de transición" surafricanos después de que se hubiera alcanzado una "solución final" sobre la cuestión del Volkstaat. En el último momento, el ANC quiso que se hiciera al revés: que el frente se sumara antes a la democratización y resolviera el tema del homeland después. El general Viljoen se negó a firmar.

Y así progresará la explosiva situación surafricana, embarcada en un proceso contradictorio. La Constitución interina ha sido aprobada, y las conversaciones del Gobierno y del ANC con la Alianza de la Libertad han sido prorrogadas hasta el próximo 24 de enero. La solución constitucional interina finalmente alcanzada es una óptima fórmula de transacción. Un texto provisional por el que se regirán las elecciones generales y multirraciales de 27 de abril de 1994, pero que cederá en un plazo de dos años su sitio a una nueva Carta Magna elaborada por el nuevo legislativo.

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La fórmula tiene de todo un poco: permite que el texto constitucional final sea elaborado por un Parlamento de mayoría negra (legítimo deseo de Mandela); no entrega desde ahora el poder de la transición a esta mayoría (exigencia del presidente De Klerk), y finalmente promulga un texto provisional y establece una estructura estatal que lo tiene todo de federal menos el nombre, abriendo así un resquicio para nuevos homelands (exigencia de Buthelezi, líder de Inkhata). Todos pueden y deben encontrar algo en este texto que les ayude a superar sus inevitables reservas. La liquidación negociada de un régimen tan abominable como el del apartheid está ya conseguida. Lamentablemente, los procesos de paz, aunque sean irreversibles, suelen coincidir con el derramamiento violento de sangre provocado por quienes se empeñan en no aceptar la racionalidad. Habrá más muerte y destrucción, pero el camino está claramente marcado desde el martes pasado.

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