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LAS DESPENSAS DE MADRID

La ciudad que bulle de oche

20.000 personas diarias en la gigantesca feria de Mercamadrid

Francisco Peregil

A las cuatro de la madrugada, las 176 hectáreas (176 campos de fútbol) de Mercamadrid parecen una feria. En algunos cruces se echa en falta algún policía municipal que distribuya el tráfico. Casi el 90% de los alimentos perecederos que los madrileños se llevarán a la boca durante estas navidades (exceptuando la carne) habrán sido manipuladosantes antes de esata miniciosidad, donded no faltan el concisionarioa de coches de importación -la mayoría BMW, Mercedes y Porsche-, la agencia de viajes, la joyería, las tiendas de electrodomésticos, un quiosco de prensa, la zapatería y nueve cafeterías en la zona comercial, donde se halla la clínica.

Todo para que se sientan como en casa las 20.000 personas y 14.000 vehículos -de ellos, 470 camiones- que entran a diario allí. Es una miniciudad que trabaja de noche y duerme por la tarde. Los productos (pescado, marisco, frutas, hortalizas y patatas) se descargan desde las diez de la noche hasta las cuatro de la madrugada, y se venden desde las seis hasta las once de la mañana.

Durante las 24 horas del día entran camioneción, para ellos, comienza a las 4.30, que es cuando pueden descargar la mercancía procedente de todos los puntos del mundo. Los que aparecen tarde no pueden vaciar el camión si no presentan un documento que justifique su retraso.

A partir de las cuatro van llegando también los comerciantes más prósperos de Madrid, los del barrio de Salamanca o los de cualquier tienda que guste de las mejores frutas y pescados del mercado. Saben que antes de que salga el sol encontrarán la fruta mejor en relación calidad-precio (las uvas que se venden a las seis de la mañana normalmente cuestan más que las que se encuentran a las diez, pero saben mucho mejor).

Los empleados de Mercamadrid conocen a un tendero de la calle de Ayala, en el distrito de Salamanca de Madrid, que acude temprano todas las mañanas a cualquiera de los 57 puestos que hay en las seis naves dedicadas a la fruta. Se lleva, por tanto, la mejor y la más cara. A eso de las diez de la mañana ya llegan los propietarios de los rastrillos y puestos de poca monta. Los últimos en presentarse son los comerciantes que venden a los madrileños con menor poder adquisitivo o a los comedores con poco presupuesto.

El proceso es siempre el mismo: "¿A cuánto están esas uvas?", puede preguntar cualquier tendero. "A tanto", le responde el mayorista. Se inicia un regateo entonces que concluye con la firma de un boleto en el que el vendedor anota la cifra que se va a llevar el otro junto al garabato de su firma. Lo mismo que un mayorista vende a 100 pesetas a una persona puede vendérselo a 130 pesetas a otra cinco minutos más tarde. Convenido el precio, el mozo del puesto saca la mercancía mientras el tendero le entrega el papel a la cajera.

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Pocas mujeres

El mayorista paga por su puesto un alquiler mensual de 180.000 pesetas al Ayuntamiento, y aún le llega al cabo del mes para contratar empleados. En los tablones de las diferentes naves se leen anuncios de todo tipo: "Se ofrece escribiente con experiencia", "mozo para portar", "se busca administrativa", "contable". Pero los más comunes son los anuncios de traspasos de furgonetas de todo tipo, aunque las instalaciones cuentan con un concesionario de venta de vehículos industriales.

En Mercamadrid trabajan pocas mujeres; la mayoría se ocupa de cuestiones administrativas, y no se dejan ver con demasiada frecuencia en las cafeterías. En la nave del pescado, sembrada de hielo en escamas, sí que hay mujeres atendiendo a los clientes.

La sección de pescados de Mercamadrid, a más de 300 kilómetros del puerto más cercano, supone por su volumen de negocios el mayor mercado pesquero de Europa y el segundo del mundo después de Tokio. El pescado que se almacena cada día en el mercado madrileño da de comer a ocho millones de personas.

Si Mercamadrid es una feria a las cinco de la mañana, a las cinco y media el mercado del pescado constituye la atracción mayor.

Los detallistas que se dedican a la venta del pescado conducen mejores coches que sus compañeros de la fruta. De cualquier forma, no se dejan de ver marcas caras de automóviles entrando y saliendo del recinto de Merca-madrid. Treinta y cinco Mercedes pasaron entre las 4.30 y las 4.40 por la puerta del mercado.

Cuando llega el mediodía, las contratas de limpieza se encargan de dejar listas para la noche siguiente las 176 hectáreas de instalaciones.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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