El esquí se enfrenta a otra temporada sin nieve
Los cañones artificiales todavía no se pueden utilizar, "por problemas técnicos"
Mucho frío y poca nieve. Del millón y medio de esquiadores que hay en España, 300.000 viven en Madrid, pero la suerte no les acompaña. Las heladas temperaturas de los últimos días no han dejado un manto blanco sobre las pistas. De momento, Navacerrada, Valcotos y Valdesquí continúan errados cuando sólo falta una semana para Navidad. El enfado de los esquiadores no supera al de los comerciantes de la zona. Sin nieve no hay clientes. La sierra quiere lavarse la cara con nieve natural, pero si las cosas no cambian tendrá que hacerlo con la que sale de unos polémicos cañones artificiales.
Los 300.000 esquiadores madrileños viven a sólo unos minutos de unas pistas que les dan más disgustos que alegrías. Harían falta como mínimo quince centímetros de nieve para abrir al público las tres estaciones de la sierra, pero por ahora la cinta métrica sólo marca cinco. Esta situación de carencia no es nueva. José Luis de Soto, propietario en Navacerrada de una cabaña de alquiler de esquís, botas, gorros y trineos, echa cuentas: "Hace más de dieciocho años que aquí no nieva de verdad".El arrendador de artilugios para la nieve continúa: "Es como si hubieran subido a manipular las nubes. Mire usted la nieve que había aquí hace treinta años...", dice mientras extrae de un cajón viejas postales en las que lo único que no aparece cubierto de nieve es un seiscientos verde.
Efigie de San Bernardo
El problema es grave. Miguel Ángel Cantón, presidente de la Asociación de Empresarios de Cercedilla y Navacerrada, regenta el hostal Arias. En su despacho ha colocado una imagen de San Bernardo, un hospedero de los Alpes suizos que vivió en el siglo X. Pero ni el santo detalle convence a las nubes. "Ya ni recuerdo los años que llevamos así", explica. "La situación es peor que mala. Además, la cercanía de Madrid hace que pocos se queden aquí a dormir".
El precio del alojamiento en su hostal de tres estrellas, 5.000 pesetas la habitación doble, y el olor de los chuletones que salen de su cocina deberían ser una buena razón para detenerse allí. "Según están las cosas", asegura Cantón, "sólo nos queda confiar en los cañones".
A lo largo de las tres agraciadas pistas -El Telégrafo, El Escaparate y El Bosque, todas ellas del puerto de Navacerrada- esperan su turno estos 58 polémicos innovadores, que han provocado un buen número de manifestaciones y encadena más supondría la llegada masiva de nuevos esquiadores, algo que niega la Comunidad, ya que estos cañones existen en las mejores pistas de Europa.
Por "problemas técnicos", hasta enero no comenzarán a funcionar. Los responsables de la Comunidad de Madrid insisten en los beneficios de su funcionamiento. Francisco Mascaraque, director de Deporte y Montaña, SA, la empresa pública que explota Navacerrada, se muestra rotundo al respecto: "Los cañones van en provecho de todos. No se va a producir impacto ambiental alguno. Y en contra de lo que se ha dicho, aquí no se va a construir nada nuevo. Ni un solo metro cuadrado".
Poder cubrir de nieve tres pistas sin que caiga una gota del cielo no es la única reforma emprendida en el puerto. Mascaraque enumera más: "Hemos reformado los remontes (los telesillas y telesquís que suben a lo alto de las pistas), reordenado el terreno, construido kilómetro y medio de paravientos, llenado la carretera de señales informativas, aumentado los servicios de salvamento, llegado a acuerdos con Renfe para la mejora del servicio y con los hoteles de la zona para abaratar precios.
Viejos remontes
Valcotos y Valdesquí, las otras dos estaciones madrileñas, no han podido hacer tantas mejoras. Siguen con sus viejos remontes y sin cañón alguno. Miguel Ángel Atance, director de la estación de Valdesquí, se lamenta: "L0os remontes son viejos y no dan abasto. Eso ocasiona largas esperas a los esquiadores. Nos parece de maravilla lo de los cañones de Navacerrada. Nosotros también los instalaríamos, pero sólo comprarlos cuesta 600 millones de pesetas".
Las estaciones de Valcotos y Valdesquí se encuentran a 10 y 12 kilómetros, respectivamente, del puerto de Navacerrada. En ninguna de ellas hay hotel alguno donde pernoctar. El tren llega a Valcotos, pero no a Valdesquí. Esta última, por contra, cuenta con una apreciable ventaja, pues, al encontrarse en la cara norte de la sierra, está más protegida de los rayos del sol, y las nieves son más perezosas a la hora de derretirse. Ese hecho permitió a Valdesquí abrir sus pistas la pasada temporada durante 85 días, alguno más que sus dos rivales. Pero esa cifra no deja de ser una miseria. Sobre todo si se echa la vista atrás. Hace 20 años, en la sierra madrileña se podía esquiar prácticamente durante seis meses. Los tiempos han cambiado una barbaridad.Por desgracia para Renfe, lo que no ha sufrido variación ha sido el ancho de la vía que une Cercedilla con el puerto de Navacerrada y el de Valcotos, que es sensiblemente más pequeño que el de cercanías. Por esta razón, los 25 trenes que salen diariamente desde Madrid hacia esa zona de la sierra acaban su caminar en Cercedilla. Es entonces cuando entra en acción un funicular al que ni las nieves acumuladas en las vías pueden detener. En media hora se planta en el alto de Navacerrada.
Pero los esquiadores prefieren. el coche. Ni siquiera les disuaden los kilométricos atascos que se forman los fines de semana en los accesos a las estaciones. Las obras de la carretera de La Coruña han venido a complicar aún más las cosas. Los 57 kilómetros de distancia entre la capital y el puerto de Navacerrada pueden hacerse eternos.
Utilizar la carretera de Colmenar Viejo siempre fue una solución para los menos pacientes. Pero los atajos dejan de serlo cuando todo el mundo los conoce.
Los atascos no son el único problema al que se enfrentan quienes no suben en tren.
Estacionamientos
Una nueva odisea surge al llegar a las pistas: encontrar aparcamiento. Ni hay plazas de estacionamiento para la enorme demanda existente, ni se pueden construir más. Muchos conductores se acostumbraron en su día a dejar el coche en una cómoda cuneta. Pero la Guardia Civil de Tráfico ha decidido hacerles cambiar de idea .
Pero lo que es imposible es evitar los accidentes de esquí. Los responsables de las tres estaciones de esquí distinguen entre los que se producen en sus pistas y los que no. Para los primeros se han buscado todo tipo de soluciones: vigilancia continua, aumento del número de socorristas, limpieza de todas las piedras del terreno... En el puerto de Navacerrada se han contratado los servicios de un esquiador traumatólogo y se ha recuperado un viejo edificio para convertirlo en clínica.
Pero hay otros accidentes más difíciles de evitar. Los responsables de Navacerrada les tienen pánico a quienes se adentran en la montaña sin experiencia. Los llaman domingueros y plastiqueros. La afición favorita de estos últimos es la de lanzarse por el hielo a toda velocidad con la única protección de un plástico. Por si sirve de algo, la Comunidad de Madrid ha colocado unos enormes carteles luminosos en algunas de las zonas más peligrosas. La leyenda que reza en ellos es suficientemente explicativa y dice sencillamente: Peligro de muerte.
La deuda del marqués
O. S., La estación de Valdesquí es la única de las tres de la sierra de Madrid que pertenece por entero a una empresa privada, denominada Estación Alpina de Cotos S. A, que no paga cuota alguna por la ocupación de sus dieciocho kilómetros de pista. Eso sí, cualquier reforma en los remontes tiene que contar con un complejo permiso administrativo.
Pero esa tierra tiene dueño. Curiosamente, entre los lugareños de la zona circula la leyenda que cuenta la manera en que los actuales propietarios se hicieron con la estación de esquí más grande de la sierra de Guadarrama.
Al parecer, hace más de cincuenta años, esos terrenos ubicados en una de las laderas del valle del Noruego pertenecían a un marqués que no andaba boyante de dinero. Y como el es olor de los chuletones que salen de su cocina deberían ser una buena razón para detenerse allí. "Según están las cosas", asegura Cantón, "sólo nos queda confiar en los cañones".
A lo largo de las tres agraciadas pistas -El Telégrafo, El Escaparate y El Bosque, todas ellas del puerto de Navacerrada- esperan su turno estos 58 polémicos innivadores, que han provocado un buen número de manifestaciones y encadena quí entonces tampoco era un deporte de masas, los nevados montes le daban un fruto poco rentable al arruinado aristócrata. Ciertos problemas bucales llevaron al marqués a contraer una importante deuda con un dentista que cuidaba su boca. Y la mejor manera que encontró de pagarle no fue otra que la entrega de sus heladas e inservibles tierras, las mismas que hoy facturan un buen número de millones de pesetas al año y reciben, cuando la nieve lo permite, a miles de esquiadores.
Pero esta historia no deja de ser una leyenda más. Además, quienes la relatan, vecinos de Rascafría y Navacerrada, prefieren guardar no sólo su anonimato, sino también el del marqués y su dentista. Pese a su mutismo a la hora de revelar identidades, en la sierra de Madrid son muchos los que creen en tan rocambolesca historia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.