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La cuestión real

En la larga historia del comportamiento real disoluto, el príncipe Carlos representa un papel muy modesto. Comparar a este príncipe de Gales con su predecesor victoriano o con su tío abuelo, es decir, Eduardo VIII, es, a este respecto, simplemente no hacer comparaciones entre cosas iguales. ( ... ) En contraste con crisis pasadas, como la abdicación de 1936, las vidas privadas de los reyes actuales son objeto de despiadado conocimiento público o, en todo caso, de especulación pública. ( ... ) Se trata de un episodio más de la desalmada cultura del espectáculo en el que las personalidades públicas se encuentran atrapadas y que amenaza con destruirlas. Este es el mundo en el que, ineludiblemente, viven tanto el príncipe como la princesa. ( ... ) Estamos en la era democrática y de los medios de comunicación de masas. Las cosas han cambiado. Lo que no ha cambiado es la Constitución. Técnicamente todavía es traición y delito capital cometer adulterio con el soberano, el heredero de la corona y algunos miembros adultos de la familia real. Afortunadamente, no se emprenden persecuciones por causa de esta ley, pero que siga existiendo es un recordatorio de la profunda importancia antropológica de tales tabúes. ( ... ) El verdadero asunto público es si el monarca debe seguir pretendiendo ser Defensor de la Fe ( ... ) en una sociedad que ya no tiene una fe unitaria que haya de defender. Éste es un papel que ya no tiene sentido. ( ... ), 8 de diciembre

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