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Alcalde, ¿quién fundó Madrid?

Tarde o temprano nos llega esa madrugada en que nos despertamos intelectualmente excitados y nos hacemos tres preguntas metafísicas, de suya solución depende el que nos libremos de vencer la tentación de tirarnos por la ventana. Y estas preguntas sobre la esencia de Madrid, a las cinco de la mañana, suelen ir por estos derroteros: ¿qué índice de feldespato arroja la cerámica vallecana?, o ¿cuántos equipos de fútbol de nuestra Comunidad están federados? Y sobre todo, ¿qué dios o héroe fundó Madrid?, que es la pregunta que con más frecuencia nos hacemos en solitario quienes nos tomamos demasiado en serio las disquisiciones de Américo Castro sobre la esencia de España.El mal ciudadano, que por desgracia nunca falta, en este trance llama al 092 y le pide a gritos a la Policía Municipal que le ponga inmediatamente con José María Álvarez del Manzano para que le solucione sus enigmas. Y este animal de bellota, que no está dispuesto a conceder a nuestro alcalde ni un minuto de tregua y que incluso ha necesitado consultar la guía telefónica para conseguir el número que ha marcado, ni siquiera ha reparado en que la Compañía Telefónica, que tanto sabe de estos despertares aterrorizados de sus usuarios, ha dedicado sus 80 primeras páginas de la guía de la capital a la historia de Madrid y a los itinerarios turísticos de la provincia. Y con decir que estas páginas van incluso por delante de los consejos prácticos para la utilización del teléfono y de los servicios de urgencia queda claro que la Telefónica sabe todo lo que se puede saber de psicología humana. Precisamente la primera frase de la guía dice así: "Hay vestigios de presencia humana en el actual asentamiento de Madrid desde tiempos prehistóricos". ¿No está en esta frase el origen del hilo que le puede conducir al insomne a solucionar el misterio de la fundación de Madrid? Porque del enigma del índice de feldespato de la cerámica vallecana no hay que preocuparse mucho, porque es seguro que, dada la proximidad de las Navidades, nos lo van a aclarar enseguida los anuncios de Porcelanosa.

En estos trances de incertidumbre jamás molestaré a José María Álvarez del Manzano, que ya tiene bastante con los petardos lanzados recientemente por varios centenares de policías y bomberos y con la memorización de los 246 colegas que le precedieron en el cargo. Cuando tengo estas dudas, yo siempre llamo al madrileñista José Luis Alcalde, que en dos minutos me pone al día de los temas más esotéricos. Alcalde me orienta hacia la Historia de la antigüedad, nobleza y grandeza de Madrid, del clérigo y notario de la Inquisición Jerónimo de Quintana, publicada en1629. De esta primera historia de Madrid, que yo sepa, hay dos ediciones -una facsimilar, la buena (pero que para leer es mala por su ortografía antigua y su relativamente enmarañada tipografía), publicada por Ediciones Ábaco, y que es la que yo sufro, y otra, con la ortografía modernizada, editada en 1954 por el Ayuntamiento y que está agotada- Ahora que incluso se ha fundado en la Universidad Complutense la cátedra de Madrid que lleva el nombre de Jerónimo de Quintana, ¿no se piensa en una urgente reedición de este libro fundacional de la bibliografía madrileña? La prosa, muy musical, de Quintana es de una enorme calidad -entre otras delicias navideñas, llama a Madrid yema de las Españas- y su andamiaje retórico es de primerísimo orden. Este sabio inquisidor fue rector del hospital de La Latina, de tan hondo arraigo en la ciudad, y fundó una congregación de carácter benéfico para dar asilo a sacerdotes madrileños. La primera parte de la historia es como una novela de ciencia ficción. Según Quintana, que nació en Madrid en 1570, el año 4320 de la creación del mundo -o sea, 2.078 años después del diluvio o, lo que es lo mismo, 100 años antes de la primera olimpiada, y 25 años antes de que Rómulo fundara Roma-, el príncipe griego Ocrío Bianor, hijo del río Tíber y de la hechicera Manto (hija, a su vez, del adivino Tiresias), y que acompañó a Eneas en la guerra de Troya, sufrió el quebranto de perder el trono. Y conociendo bien las riquezas de España, llegó a orillas del Manzanares y allí fundó una ciudad a la que, en homenaje a su madre, Manto, dio el nombre de Mantua. Y así, según Quintana, se fundó el ínclito club del Real Madrid. Respecto al enigma del número de clubes de fútbol federados en la Comunidad de Madrid, que era la segunda duda de la madrugada, oigo a José Luis Arriaza en el programa radiofónico Madrid ahora de Antena 3 que la cifra asciende a 1.735. Y la única duda que me queda es si son 1.735 de la creación del mundo o 1.735 de la fundación de la Mantua italiana, que, naturalmente, también fundó Ocrio, de quien habla Virgilio en el canto décimo de la Eneida.

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