El SPD alemán confirma su ascenso y vence en las elecciones de Brandeburgo
La Unión Cristiana Democrática (CDU) del canciller Helmut Koffl sufrió ayer una importante derrota en las elecciones locales del Estado de Brandeburgo, en la antigua Alemania comunista, aunque no tan grave como pronosticaban la mayoría de las en cuestas de los últimos días, según los primeros sondeos del Instituto Infas dados a conocer al cierre de los colegios electorales. La oposición socialdemócrata (SPD) confirmó su actual pujanza, colocándose en primer lugar seguida por los comunistas renovados del PDS. Tanto Alianza 90 / Los Verdes como lo liberales (FDP) obtuvieron resultados por debajo de lo esperado, mientras que la extrema derecha no aparecía en los pronósticos.
La CDU no cayó hasta el 9% que le otorgaban las encuestas previas, pero tuvo que conformarse con un escaso 20%, casi 11 puntos menos que en 1990. El SPI), por el contrario, pasó de un 28% a un 36% y el PDS de un 16% a un 22%, siempre según los pronósticos de Infas. Tanto el FDP como Alianza 90 / Los Verdes obtuvieron un 6%, mientras que la extrema derecha, poco representada, no aparecía en los sondeos, aunque un 14% se adjudicaba a "varios", por lo que en el recuento puede haber sorpresas. Tampoco la participación fue tan baja como se esperaba, pese a que el día fue frío y lluvioso. A mediodía solo habían votado un 25% de los electores. A las cuatro de la tarde se alcanzaba el 50% y los cálculos al cierre de los colegios se situaban ligeramente por encima del 60%, una cifra de todos modos muy alejada de la habitual, que muestra el desencanto de los ossis (ciudadanos de la ex RDA) con la clase política.1,9 millones de votantes estaban convocados para elegir a unos 16.000 representantes de los 14 consejos de distrito, cuatro Ayuntamientos de las grandes-ciudades (Potsdam, Francfort en el Oder, Cottbus y Neubrandemburg) y 1.700 municipios. Se presentaron en tomo a 30.000 candidatos.
La importancia de estas elecciones reside en que ha sido la primera vez que los ciudadanos de la antigua Alemania comunista acuden a las urnas desde 1990, el año de la unificación. Desde entonces han cambiado mucho las cosas. La CDU, por ejemplo, subida en la ola de optimismo de aquel momento, que además protagonizaba, obtuvo en 1990 un 31,8% de los votos, y se hizo con la mayoría de las alcaldías de las grandes ciudades, superando en tres puntos a su rival tradicional, el SPI).
Cuatro años después, y con la perspectiva de un maratoniano año electoral que debe desembocar en las elecciones generales de octubre de 1994, Kohl y la CDU aparecen como los perdedores.
'El fin de una era'
El semanario Der Spiegel, en la edición que sale hoy a la venta, dedica su portada a una fotografía del canciller, de espaldas, con el título El fin de una era, el poder de Kohl se diluye. Según una encuesta de la cadena de televisión NTV, el 55% de los alemanes creen que Koffl está haciendo un mal trabajo, y solo un 39% consideran positiva su actuación. Por el contrario, el candidato socialdemócrata, Rudolf Scharping, sube siete puntos en la apreciación de sus ciudadanos y su popularidad alcanza un 54%.Destaca la constatación de que en la antigua RDA los comunistas siguen siendo una fuerza con la que hay que contar, y que no puede ser descalificada por sus relaciones con el pasado reciente, incluso si se trata de colaboracionismo con la Stasi, la odiada policía política del antiguo régimen.
Consciente de la importancia de los votos ossis, Kohl no da nada por perdido y ha decidido contraatacar. El sábado acudió presto a apoyar a su partido en Sajonia-Anhalt, muy dañado por el escándalo de los sueldos de los miembros del Gobierno y su posterior renuncia.
El canciller lanzó un ataque en toda regla contra el candidato del SPD a la presidencia federal, el veterano Johannes Rau, ministro presidente de Renania del Norte Westfalia y el hombre que ha asumido el papel de abuelo venerable, que dejó vacante el fallecido Willy Brandt.Koffl aseguró que Rau no está capacitado para asumir la jefatura del Estado por haber renunciado a la unificación de Alemania a principios de la década pasada, cuando decidió retirar los fondos correspondientes a su land para la f-lnanclación de la oficina del Gobierno de Bonn en Salzgitter, que llevaba la cuenta de los incidentes ocurridos en la frontera interalemana y, consecuentemente, de las víctimas de los centinelas.
Para el canciller, los socialdemócratas intentan ahora hacer creer a la gente que estaban a favor de la unificación cuando, en realidad, mantuvieron estrechos contactos con los dirigentes de Berlín Oriental e incluso intentaron pasar una ley que impidiera el derecho automático a la ciudadanía de la República Federal a los disidentes que escapaban del Este.
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