Un apentivo en Sol
Unos 100.000 madrileños, según los cálculos de este periódico -150.000 según los sindicatos y 70.000 según fuentes oficiales consultadas por la agencia Efe- se echaron ayer a la calle para responder a la convocatoria sindical por el empleo. Aunque el tráfico se congestionó momentáneamente, la actividad normal de la ciudad se mantuvo todo lo viva que podía permiiírse con la marabunta humana que inundó su corazón."Esto es una bomba con la mecha encendida; lo que no sabemos es cómo de larga es la mecha: pero que va a explotar, es seguro", comentaba un taxista que oteaba desde la plaza de Cibeles a los manifestantes.
A Rosa Blazquez, de 61 años, que leía un Hola en su tienda de ropa interior de la puerta del Sol ante la falta e clientes, no le gustó nada, nada, nada": "No me gustan las manifestaciones; me gustaría que hubiera, como con Franco, vergüenza y orden", decía indignada.
Los dependientes de la heladería de al lado tampoco vendieron un polo en toda la tarde por culpa de la protesta, según dijeron: "Pero no nos importa; algunas manifestaciones son por tonterías, pero si es como ésta, con razones y para que haya un futuro digno para todos, pues bien está'.
Para José María, de 57 años, lo de ayer fue "un aperitivo comparado con la huelga general que se va a montar".
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