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El hombre maniatado en la calle de Pizarro murió estrangulado por un 'masajista'

Antonio Segovia Blanco, de 46 años, murió estrangulado por un masajista que se anunciaba en revistas de contactos homosexuales. El presunto homicida, José Miguel Matía Pardo, de 27 años, concertó una cita en el domicilio de Antonio Segovia, en la calle de Pizarro. El cadáver de éste fue hallado en la noche del lunes semidesnudo en su dormitorio, maniatado, contres costillas rotas y una soga anudada al cuello. El martes, a pesar de tener ya un supuesto culpable arrestado, la policía difundió que la víctima murió cuando practicaba juegos sadomasoquistas en solitario.

En la mañana de ayer, la misma Jefatura Superior dio una explicación contraria: la muerte fue violenta y había un presunto culpable detenido, Matía Pardo. La disparidad entre las primeras informaciones y las segundas se debió a una falta de coordinación entre los portavoces del cuerpo y el grupo que llevaba la investigación. El arrestado había abandonado la cárcel en agosto, después de cumplir nueve años de condena por robo con homicidio.En abril de 1983, cuando tenía sólo 17 años, mató a un joven de 16, hijo del dueño del bar donde entonces trabajaba, en la calle de los Arfe, en Ciudad Lineal. En aquella ocasión también maniató a la víctima y robó joyas que luego intentó vender a sus dueños a cambio. Además, le asestó tres puñaladas. Hoy pasará a disposición judicial.

La versión policial de los hechos es que Antonio Segovia contactó con el masajista, que se anunciaba en una revista de contactos para homosexuales. En la noche del domingo, José Miguel Matía acudió a su domicilio. Finalizó el masaje y, según ha declarado a los agentes, su cliente insistió en mantener con él una relación sexual, a lo que se negó.

Ahí, según sus explicaciones, comenzó una pelea entre los dos hombres, en el transcurso de la cual murió uno de ellos. La policía cree que el presunto homicida maniató a la víctima después y que no fue la cuerda anudada al cuello la causante del estrangulamiento. Se baraja la hipótesis de que fue asfixiado por presión con las manos y que la parafernalia de las cuerdas pretendía despistar a los investigadores.

José Miguel Matía cogió dos tarjetas de crédito que su malogrado cliente tenía, una Visa y otra de Cajamadrid, y abandonó la casa cerrando la puerta con llave. El piso quedó totalmente en orden.

Un cuñado de la víctima y un amigo acudieron el lunes a este domicilio de la calle Pizarro, situado en el distrito de Centro. Lo encontraron muerto y avisaron a la policía.

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La detención de Matía, efectuada en la mañana del martes, fue rocambolesca. Anuló una de las tarjetas diciendo que la había perdido, con intención de obtener la clave secreta. Y se quedó con la otra, que podía utilizar sin tener que dar un número. Con ella acudió a una tienda del distrito de Centro para adquirir una bici de montaña.

Según la policía, el dueño del establecimiento sospechó y Matía le propuso acudir ambos al banco para comprobar que la tarjeta era válida. Cuando llegaron a la entidad bancaria, allí se encontraban los agentes preguntando acerca de la otra tarjeta anulada. Y se produjo la detención. Le fue intervenido el justificante de anulación de una de las tarjetas y una alianza con el nombre del fallecido.

Matía Pardo se anunciaba como masajista en revistas para homosexuales desde que salió de la cárcel. La policía investiga por si pudiera estar implicado en otras muertes.

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