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El príncipe ignorado

Carlos de Inglaterra continúa sin encontrar su puesto en la vida pública británica

Enric González

, El príncipe Carlos está en horas bajas. Casi 25 años después de recibir el Principado de Gales, como heredero de la Corona británica, Carlos sigue sin encontrar una ocupación determinada. Y, lo que es peor, sigue lejos del corazón de sus futuros súbditos. El lamento del príncipe no puede ser más franco: "Desde que me casé, la gente ha optado por ignorar todo el trabajo que hago", afirmó en una entrevista. Sus problemas se han visto agravados esta semana por un serio roce con el Gobierno, al que el príncipe acusa de ignorar sus viajes oficiales.

Eternamente eclipsado por su aún esposa, la celebérrima princesa Diana, y sin perspectivas de acceder al trono en un futuro próximo, el príncipe de Gales se encaró el viernes pasado con el primer ministro, John Major, y le exigió un poco de protagonismo diplomático. Carlos, según gente, de su entorno, venía acumulando irritación desde hacía tiempo, por la ausencia de cobertura diplomática y comercial en sus salidas al extranjero.

La irritación, ya entrevista en febrero durante su visita a México, se hizo evidente en Arabia Saudí, a primeros de este mes, cuando el príncipe se quejó abiertamente ante los periodistas y, en una entrevista concedida al influyente diario londinense Financial Times, dio rienda suelta a sus sentimientos. El Gobierno, vino a decir el príncipe, despreciaba su actividad y perdía, con ello, excelentes ocasiones para promocionar la imagen del Reino Unido en el mundo. Como transfondo de sus palabras, se percibía el pulso de popularidad que mantienen Carlos y Diana desde su separación formal, hace un año.

El Gobierno reaccionó ayer con prontitud para resolver la crisis palaciega. La oficina del primer ministro, en Downing Street, ofreció todo su respaldo a un plan patrocinado por el príncipe para la regeneración urbana de San Petersburgo (Rusia) y glosó la idoneidad del futuro viaje de Carlos a dicha ciudad, previsto para la próxima primavera. El ministro de Industria, Michael Heseltine, afirmó a su vez que el príncipe de Gales estaba desarrollando "una excelente labor" en favor del comercio británico y le definió como "la guinda en el pastel de nuestros esfuerzos económicos

Pero la oficina del primer ministro se cuidó de recordar también a la prensa que, de acuerdo con la tradición, sólo los viajes oficiales de la reina debían incluir una comitiva gubernamental. Desde el entorno del príncipe se insistía ayer en que gran parte del Gobierno contemplaba las giras de la familia real como "un anacronismo" y que en Sectores del Partido Conservador se tenía inquina a Carlos por el progresismo de sus ideas políticas. El lunes, la televisión pública BBC emitió el primer capítulo de un serial dramático sobre un futuro enfrentamiento constitucional entre un nuevo rey de ideas liberales, claramente Carlos, y un primer ministro thatcherista.

El viaje a San Petersburgo, que precederá el 250 aniversario de Carlos como príncipe de Gales, ha adquirido una inusual importancia. Pero a la ciudad rusa no sólo irá el príncipe, sino también la princesa de Gales, cada uno con actividades distintas. Carlos se ocupará de los edificios antiguos, Diana de las organizaciones humanitarias. Es fácil adivinar quién acaparará la atención de la prensa y del público. Casi nadie se enteró de la reciente gira del príncipe por Oriente Próximo: el tema de conversación en esos días eran unas fotos de la princesa haciendo gimnasia, obtenidas mediante una cámara oculta.

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