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El Cesid, la obra secreta de Manglano

Sospechas de que los servicios de información han hecho la vista gorda

La detención del coronel Francisco Rodríguez González, destinado en el Cesid hasta el pasado mes de julio, y de otros colaboradores del centro por su implicación en la red de escuchas ilegales y extorsión de Barcelona, ha vuelto a colocar en el ojo del huracán al principal servicio de información del Estado. El Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid) se dedica oficialmente a "obtener y evaluar" datos que sirven al presidente del Gobierno y al ministro de Defensa para tomar decisiones.Creado en 1977 por el entonces vicepresidente y responsable de Defensa, Manuel Gutiérrez Mellado, sobre la base del Servicio Central de Documentación (Seced) del almirante Luis Carrero Blanco, el centro sufrió una auténtica refundación tras el nombramiento en 1981 de Emilio Alonso Manglano como director general.

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La designación de Manglano, único alto cargo de la época de UCI) que sigue en su puesto, fue fruto del estrepitoso fracaso del servicio frente a la intentona golpista del 23-F. Se mostró incapaz de detectarlo y algunos de sus miembros colaboraron con los sublevados. Con el asesoramiento de la CIA y del Mossad israelí, Manglano reorganizó el centro y demostró su eficacia al desarticular la conspiración del 27-0 para impedir las elecciones de 1982.

El Cesid se estructura en cuatro divisiones (Inteligencia Exterior, Contraespionaje, Inteligencia Interior y Economía y Tecnología). El 65% de los recursos del Cesid, cuya cuantía se desconoce, pues los 7.000 millones que figuran en el presupuesto de Defensa suponen sólo parte de sus gastos, se dedica a obtener información, según reveló Manglano en 1991.

El Cesid cuenta en la actualidad con una plantilla aproximada de 2.000 personas, de las que el 45% son militares; el 30%, miembros de las fuerzas de seguridad, especialmente guardias civiles, y el 25% restante, civiles, aunque este último grupo va en aumento, con el fichaje de jóvenes licenciados y la incorporación de mujeres.

El personal que ingresa en La Casa, como se conoce coloquialmente al Cesid, firma un documento en el que promete guardar en secreto todo lo que conozca durante su estancia en el centro, incluso si fuera interrogado por un juez y aunque ya se hubiera dado de baja en el mismo, y para evitar agentes dobles, acepta que se investigue su vida privada.

Resulta sorprendente que el Cesid no estuviera al tanto de las actividades presuntamente ilegales de sus colaboradores, sobre todo de las del coronel Rodríguez, que ingresó en 1979 y se dio de baja hace menos de cuatro meses. Fuentes de la investigación creen que el Cesid, si no está directamente implicado, puede haberse beneficiado de la información obtenida por la red de extorsión a cambio de hacer la vista gorda.

El ministro de Defensa, Julián García Vargas, no ha descartado totalmente la implicación del servicio de información, pero ha señalado que éste no se puede responsabilizar de personas que pidieron el pase a la reserva

El estatuto del personal del centro, pendiente de aprobación desde 1989, determinará si sus agentes deben estar sujetos a un régimen más estricto de incompatibilidades cuando abandonan el servicio, como ha sugerido el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera.

Vera se apresuró a manifestar, no obstante, que "no parece que haya ningún agente del Cesid implicado". Quizá, para despejar la sospecha de que el escándalo de las escuchas sea fruto de la guerra entre los servicios de información. El proyecto de crear una sola central de inteligencia de carácter civil, mediante la unificación del Cesid con los servicios de información de la policía y la Guardia Civil, es tan antiguo como la democracia española, pero no ha prosperado, entre otras razones, por el temor del Gobierno a quedar preso de una sola fuente, lo que incrementa el riesgo de intoxicación.

La muestra más palpable de la consolidación del Cesid es la construcción de su nueva sede, en el kilómetro 8,8 de la carretera de La Coruña, en las afueras de Madrid: un complejo cuya construcción ha costado unos 2.500 millones de pesetas, sin contar el equipamiento técnico.

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