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El Senado japonés aprueba un nuevo sistema electoral

Juan Jesús Aznárez

Las reformas políticas propuestas por la coalición gubernamental japonesa para establecer un sistema electoral más representativo y acabar con la corrupción, las más ambiciosas desde la II Guerra Mundial, fueron aprobadas ayer con holgura por el pleno de la Cámara baja. La votación causó divisiones entre la alianza y también en los escaños contrarios a un desbroce sin precedentes en cuatro décadas. Lo apoyaron 270 diputados y fue rechazado por 226, entre ellos cinco del partido socialista, uno de los ocho que forman la coalición de Gobierno.

La oposición, que no pudo agrupar fuerzas para frenar esta aprobación con maniobras dilatorias, sufrió más bajas: 13 jóvenes legisladores del Partido Liberal Democrático (PLD), en el poder durante 38 años seguidos hasta su derrota en las elecciones legislativas del pasado julio, sumaron sus votos a los del Gobierno.Se abstuvieron otros cuatro destacados liberales, entre ellos el antiguo primer ministro, Toshiki Kaifú, derrocado por el aparato más reaccionario del partido cuando intentó una discreta reforma; su sucesor, Kiichi Miyazawa, que frenó los cambios, cayó al perder su partido los comicios del verano.

El polémico paquete legislativo pasa ahora a la Cámara alta, donde la coalición tiene amplia mayoría. Algunos analistas pronostican que la rebelión registrada ayer en la instancia legislativa más poderosa confirma la sospecha de que está próxima una mayor desbandada entre los socialistas y el conservador PLD.

El popular primer ministro japonés, Morihiro Hosokawa, que había amenazado con dimitir si fracasaba en la introducción de las reformas, confía en que sean promulgadas como ley antes del próximo 15 de diciembre.

El paquete de leyes redactado por el Gobierno incluye una reducción del número de escaños en la Cámara baja, de 511 a 500, y una modificación de sistema electoral, que adoptaría una fórmula mixta: votación directa en 274 distritos electorales, con un único escaño en juego por el que lucharán los distintos candidatos y otros 226 asientos que serán distribuidos de forma proporcional a la representación obtenida por los partidos.

Este sistema evita que se asigne el mismo número de diputados a una demarcación rural de escasa población y a otra urbana más poblada. Para prevenir la fragmentación, los partidos que quieran entrar en el Parlamento deben conseguir al menos un 3% de los votos en la votación proporcional. Se depositarán dos votos: a un candidato y a un partido.

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