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Entrevista:

"Desde El Escorial se puede ver el mar"

En su última novela, titulada Muerte dulce, Emma Cohen asegura que los perros salvajes devoran a los patos del Retiro, en una ciudad caótica y abrazada al frío. Más tarde, desde un libro donde, según a propia autora, odo se mira, se cuenta, pero nada se critica. Por fin, alguien añora la seguía perdida la entando que Madid está borracha lluvia. La actriz catalana, que cambió sus apellidos por orden familiar cuando en casa supieron que quería ser actriz. ha vivido en Madrid el tiempo suficiente para saber que la Casa de Campo está plagada de muertos de estraperlo y que desde El Escorial se puede divisar el mar. Lo vio con sus propios ojos, y "no estaba colgada", bromea.

Pregunta. ¿Dónde queda la bahía de Madrid a la que alude?

Respuesta. Hay que llegar a El Escorial y subir monte arriba a través de un camino de tierra. Dejas el coche casi colgando en el vacío. Justo abajo se ve todo Madrid. Al alba, la bruma hace el efecto exacto de un marue entra en la ciudad. ]Las luces de os edificios pareen barcos, es igual ue un puerto.

P. Pasó en París todo 1968. ¿Hay algo parecido en las últimas protestas estudiantiles?

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R. No hay por qué comparar. Hace falta que algo se mueva porque da la sensación que todo está bien, cuando hay cosas que funcionan y otras que no tanto. Pero as causas siempre son difíciles e desentrañar, o se informa uy mal, como sí los asuntos estudiantiles no interesaran a nadie.

P. ¿Es cierto que la Casa de Campo está llena de cadáveres clandestinos?

R. Igual estoy confesando un delito, pero en cierta ocasión acudí allí con una amiga para enterrar a mi perrita. Esto no es Inglaterra y yo no tenía jardín. Cavamos un hoyo y encontramos algo, unos restos, no sé. De repente pensé que mucha gente hacía lo mismo que yo, incluso con humanos. Tuve una visión, tipo posguerra civil, y me dije: "Dios mío, aquí está todo bien relleno".

P. La protagonista de Muerte dulce está un poco harta de ver llover.

R. Es que, a veces, la lluvia está muy bien, pero si tienes que transitar, andar por las calles, llega un momento en que estás tan empapada que te ahogas. Con la lluvia no ves nada, es imposible caminar mirando a la gente.

P. Y, ahora, nos quedan las navidades.

R. Las navidades... Eso sí que es tremendo, una locura. Todo el mundo anda como pirado, pero mal. Extrañamente nerviosos, sin saber a qué se debe tanta tienda y tanta bolsa de compras, para desembocar en una tradición que apenas tiene sentido.

P. De la eterna musa catalana del underground, ¿podría decirse que abandonó la carrera de derecho por aburrimiento?

R. No, incluso algunas asignaturas me gustaban, como la historia del derecho, el derecho penal, el romano...

P. Hay toques de serie negra en este libro. Usted admira mucho a Georges Simenon.

R. Sí. ¿Y sabe cómo trabajaba? Once días encerrado y terminaba novelas espléndidas. Es un escritor impresionante, me gusta más que Agatha Christie.

Yo he tardado tres años en acabar Muerte dulce, rascando mis límites como narradora. Imposible armar más.

P. ¿Qué critica, a los hijos, los padres, los hombres?

R. Yo no tengo ni las ganas ni el don de criticar. Miro y explico. Ésta es una novela de desconcierto y soledad, sin buenos ni malos. Cuento lo difícil que es la vida para las mujeres. Siempre recuerdo aquello de el día que una mujer mediocre acceda a un alto cargo.

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