La noche de Fidel Castro en la discoteca
El presidente de Cuba bebió cava catalán al inaugurar un hotel hispano-cubano en Cayo Coco
El presidente cubano, Fidel Castro, selló este fin de semana con copas de cava, música disco y bailes de cabaré su compromiso con el turismo y las inversiones extranjeras, convencido de que estas son las últimas armas con que cuenta para salvar su revolución. Castro inauguró el viernes un hotel dé cinco estrellas en Cayo Coco, que será administrado por el grupo español Guita Hoteles, y apadrinó la creación de dos empresas mixtas con dicha firma para construir 1.000 habitaciones en Cuba. El mandatario cubano no se quitó el uniforme verde oliva, pero hizo algo todavía más insólito: estuvo hasta la una y media de la madrugada en la discoteca del hotel, donde los merengues atronaban y cientos de turistas bailaban música salsa.Castro cruzó la pista de baile y oteó el horizonte a través de una bruma de neones, como si aquella discoteca fuese una moderna comandancia guerrillera para dirigir las próximas batallas. Nadie lo podía creer. Con sus botas negras y el cinturón de combate, el presidente cubano se sentó en una mesa al lado de la pista y presenció sin pestañear los movimientos valientes de unas bailarinas de cabaré que en ningún momento dejaron de arquearse.
"¡Qué juventud más esbelta!", dijo Castro a sus compañeros de mesa, el embajador de España en Cuba, José Antonio San Gil, y Clement Guitart y otros empresarios españoles. El líder de la revolución cubana no se cohibió en lo más mínimo en toda la noche, y aunque no llegó a bailar, sí siguió el ritmo de las tumbadoras de los músicos de la orquesta de salsa Colé Colé, y también escuchó rumbas electrónicas, boleros e incluso rock de los años cincuenta.
Horas antes, a las tres de la tarde, Castro había llegado en helicóptero a Cayo Coco, una isla de extensión doble a la de Ibiza y con más de 25 kilómetros de playa absolutamente virgen. Al dejar inaugurado el lujoso hotel Guitart-Cayo Coco, de 458 habitaciones, el presidente cubano dijo que sólo el turismo podría resarcir a su Gobierno de todo lo que había perdido debido a la caída del campo socialista y la desintegración de la URSS. El turismo, dijo Castro, está llamado a ser la principal fuente de riqueza del país. "Es nuestra tierra prometida", afirmó.
Castro, quien durante las diez horas que estuvo en la pequeña isla no dejó de repetir palabras como costes, productividad, ganancia, eficiencia y otros términos similares, agregó que él había recorrido en helicóptero gran parte de los cayos de esta zona -situada a unos 500 kilómetros de La Habana- y que muchos eran aún mejores que Cayo Coco, por lo que exhortó a los empresarios extranjeros a invertir en Cuba y a seguir el ejemplo de los hoteles españoles.
El mandatario cubano cenó con 60 diplomáticos, empresarios y otros invitados en uno de los ocho restaurantes del hotel. Bebió vino de Rioja y luego se tomó la última copa en la discoteca. Al marcharse, las luces de neón de esta nueva y surrealista comandancia de la revolución cubana siguieron girando mientras una salsa salvaje hacía vibrar la pista de baile.
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