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Cuatro disparos en a Moraleja

J. D., Baltasar Egea García, de 47 años, se suicidó de un tiro el pasado 4 de mayo en su casa de la urbanización La Moraleja (Madrid), tras matar a su esposa, Adela Llana Vidal, de 40 anos, y a su único hijo, Raúl, de 17. El financiero y su mujer murieron a consecuencia de un solo disparo, mientras que su hijo presentaba una herida en la boca y otra a la altura del oído izquierdo.

Junto al lecho en el que la sirvienta encontró los cadáveres había una carta en la que el asesor financiero alegaba problemas económicos para justificar su trágica decisión.

Egea comenzó su carrera profesional en una entidad de crédito catalana. Hace 13 años se independizó fundó su propia empresa, Asesores Agrupados. Antes de suicidarse también dejó una carta para sus empleados de esta firma y de Técnicos de Inversiones y Valores.

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El asesor financiero dejó también un testamento para el juez de Delitos Monetarios, Miguel Moreirás, en el que se autoinculpaba de una estafa de 5.000 millones y también acusaba de ser culpable de su ruina al empresario Benedicto Alfaro. En el escrito dirigido al juez, Egea relataba que su ruina se debió a que prestaba dinero a empresarios necesitados de financiación y que cuatro de ellos no le habían devuelto estos préstamos.

Tres pistolas

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En el edificio Nínive, en el número 4 de la calle de Kerria, domicilio de los Egea, se encontraron dos millones y medio de pesetas, 10.990 francos franceses, 1.500 cruceiros, 2.380 francos suizos, 13.000 yens, 14.000 libras turcas, 12.309 dólares, 1.505 libras esterlinas, 2.045 liras, 780 marcos, 91 dólares de Singapur y 2.110 dirhans. En la caja fuerte, además, había 552.000 pesetas y 200 dólares, aparte de una cartilla de Cajamadrid, a nombre de Adela Llana, con un saldo de 781.750 pesetas. A pesar de esto, el suicida decía estar en la ruina.

En la vivienda se descubrieron tres armas de fuego para las que Egea carecía de licencia: una Star, otra de la marca The Baest y una tercera sin nombre.

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