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La pérdida de la alcaldía de Jerusalén, grave derrota para los laboristas y el proceso de paz

Los laboristas israelíes sufrieron un fuerte revés en las elecciones municipales celebradas el pasado martes. Han perdido Jerusalén, donde termina toda una era, la de 28 años de Gobierno de Teddy Kollek. Y no han compensado en Tel Aviv, que sigue en manos del Likud. De las tres principales ciudades del país, sólo conservan Haifa. Para Benjamín Netanyahu, líder del Likud, "el pueblo ha votado en contra de este Gobierno". El propio primer ministro, el laborista Isaac Rabin, afirmaba ayer que "el resultado de las elecciones tiene una significación política y puede entorpecer el proceso de paz". Y Nisim Zwili, secretario general, reconocía que se trata "de una derrota del Gobierno y del partido".

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La pregunta que ahora flota en el ambiente es qué ocurriría si mañana se celebraran elecciones parlamentarias. Hace ya tres semanas, el Likud estaba corroído por las disputas internas y buscaba, en vano, una respuesta política adecuada a la ofensiva de paz de Rabin.Los expertos aconsejaron a la direccción laborista que sacaran partido del desconcierto conservador para proclamar elecciones anticipadas. Un refuerzo laborista de tan sólo unos escaños eliminaría la capacidad de chantaje del Shah (el partido ortodoxo) y aseguraría una mayoría estable del Gobierno, afirmaban. Hoy, después del escrutinio de las municipales, ningún miembro de la cúpula laborista habla ya de adelantar las elecciones par lamentarias.

Con todo, el alcance nacional de las elecciones municipales parece muy exagerado. Salvo en Jerusalén, donde los líderes laboristas han subrayado la importancia política del voto, en los otros lugares (Tel Aviv y Haifa incluidos) la gente ha votado por el candidato que consideraban mejor cualificado para administrar su localidad sin tener en cuenta los colores políticos del candidato.

Escasa participación

La participación electoral no ha superado el 40%. Según la socióloga Yohanan Peres, especialista en el análisis de los movimientos de opinión, esta abstención es la prueba de que el voto no tiene carácter político. En Jerusalén, afirma Peres, la mayoría de los ciudadanos laicos votan regularmente a la derecha para el Parlamento. Pero el laborista Teddy Kollek, alcalde durante 28 años, ganaba sistemáticamente las elecciones municipales. Hasta ahora, Kollek parecía estar considerado como el canditato más capaz para administrar una ciudad tan problemática, unificada pero dividida, donde sólo un estratega como Kollek, hombre de corazón caliente y cabeza fría, podía evitar una explosión entre judíos y árabes. ¿Por qué, en estas condiciones, Kollek ha sido vencido?

De entrada, su edad: 83 años. Muchos creían que abandonaría la alcaldía antes de terminar su mandato. Otros pensaban que después de 28 años de reinado ininterrumpido, Kollek debía ceder el turno. Además, la alianza entre Ehud cilmert (Likud) y los rabinos ortodoxos ha aportado al nuevo alcalde al menos 20.000 votos suplementarios. Los electores ortodoxos son conocidos por su disciplina: la palabra del rabino es la ley. La prueba: 85% de los ortodoxos han votado. Por último, los habitantes palestinos de Jerusalén han boicoteado el proceso: solamente un 6,9% ha pasado por las urnas.

Los dirigentes palestinos minimizan la trascendencia política de la victoria de Olmert sobre Kollek. "El problema de Jerusalén no es lo que se ventila con estas elecciones", dice Ziad Abú Zayyad, miembro de la delegación palestina en Taba. "Espero que Olmert, hombre reflexivo y pragmático, sabrá administrar Jerusalén de forma razonable y equitativa".

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