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Pujol emplaza al Gobierno a acabar con la política del 'café para todos'

Lo que antes no pudo ser por la vía de la persuasión lo será ahora por la fuerza de los votos. Los nacionalistas condicionarán cualquier nuevo apoyo al Gobierno a la obtención de mayores competencias autonómicas. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, dejó bien claro ayer en el Parlamento catalán que Convergéncia i Unió (CiU) considera prioritaria la negociación autonómica y el fin de la política del café para todos. Pujol abrió el debate sobre la política de la Generalitat anunciando que enviará al Gobierno un documento con una serie de demandas para que Cataluña disponga de un trato diferenciado de las demás comunidades.

En el primer debate sobre la política general después de que el resultado electoral del 6 de junio obligase al PSOE a recurrir al apoyo de CiU, Pujol no se anduvo con rodeos al advertir que los nacionalistas catalanes jugarán esa carta para forzar al Gobierno a recuperar el espíritu autonómico que alumbró la Constitución de 1978 y el Estatut de 1979.Pujol recordó que dichos textos dejaban la puerta abierta a una interpretación no uniformizadora del Estado de las Autonomías, pero lamentó que el desarrollo legal posterior haya rebajado las competencias de las nacionalidades históricas, como la catalana. "En el despliegue de la Constitución", dijo, "el criterio de la, heterogeneidad ha sido desplazado por el de la homogeneidad".

El líder de CiU afirmó que el objetivo prioritario actual de los nacionalistas catalanes es, aprovechando su fuerza en Madrid, invertir esa tendencia un¡formizadora. "En Madrid hay quien nos dice: 'Vosotros, con vuestro seny [sensatez, que castellanizó con sorna como seni] seréis comprensivos'. ¡Pues no! 0 hay inflexión en la política autonómica o el Estatut quedará más delgado que el papel de fumar. ¡De seny, nada!"

El documento sobre un eventual desarrollo alternativo del Estatut que la. Generalitat remitirá en breve al Gobierno se basa, precisó Pujol, en una interpretación de la Constitución favorable al desarrollo autonómico, en la heterogeneidad de las comunidades autónomas como principio constitucional y en las consecuencias de las sentencias del Tribunal Constitucional, a menudo desfavorables a la Generalitat.

Insolidarios y egoistas

Pujol juzgó positiva la tensión generada en torno a las recientes negociaciones sobre la cesión del 15% del IRPF a las autonomías. Gracias a esa tensión, dijo, fuera (le Cataluña hay gente del más alto nivel que se ha dado cuenta (le que Cataluña recibe del Estado menos recursos por habitante que la media de las comunidades: 77.378 pesetas por habitante frente a 90.393 de la media española y 107.006 del País Vasco y Navarra.

"Estos son los números, sólo a nosotros nos llaman insolidarios, egoístas, incluso chantajistas", reprochó Pujol utilizando el tono rnás contundente de todo su discurso. "Pero además sólo los catalanes debíamos hacer el gesto de responsabilidad desinteresada que había de salvar a España de la ingobernabilidad. Todo esto había llegado a ser grotesco. ¡Pero ahora se ha acabado!"

El presidente salió al paso de las acusaciones de insolidaridad vertidas contra Cataluña a raíz de la negociación sobre el 15% del IRPF. "La palabra solidaridad es demasiado noble para utilizarla tan mal como a menudo se hace y para utilizar la de una forma que acabará haciendo mucho daño a, toda España". Pujol replicó a esas críticas advirtiendo que si en España sigue habiendo "tanta gente que no sabe combinar solidaridad con competitividad y con espíritu de responsabilidad y autoexigencia seguirá siendo siempre un país de segunda, en el mejor de los casos".

Y aquí echó mano de Felipe González, de quien aseguró que, a la vista de sus últimos discursos, está "en esta línea".

Pujol prácticamente no habló de la gestión de su Gobierno, pese a ser ése el objeto formal del debate, que seguirá hoy con las intervenciones de la oposición. El presidente catalán dedicó más de la mitad del discurso a analizar la de la crisis económica en España y en el conjunto de Europa. Criticó la política económica del Gobierno de Felipe González desde 1989 por la falta de apoyo a la economía productiva y destacó que desde que el PSOE perdió la mayoría absoluta se ha visto obligado a cambiar de política por la presión de CiU. Citó como ejemplo de ello los Presupuestos Generales del Estado para 1994.

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