¡Adelante!

Hago mío el bochorno que debe de haber padecido nuestro jefe de Gobierno en esa reunión europea en la que le han dejado fotografiar en primera fila para luego conceder a España sedes de segunda mano. Quien más pone más pierde, pero también del cancionero popular saco la conclusión de que "hazta el águila reá... / hazta el águila reá... / al zuelo viene a pará...". No claudiquemos en nuestro viaje hacia la modernidad, aunque, obligados a apearnos del tren de alta velocidad e incluso de los vagones de segunda de los Inter City, tengamos que llegar en autocar cantando La tiraron al barranco o Los estudiantes navarros. Europa nos quiere pero nos teme. Ha visto que nos hemos desarmado de industria, comercio y berzas para dar la gran batalla de la tecnología punta aplicada a parques de atracciones y fuentes luminosas, y en el sector servicios hoy día pocos pueden cumplir mejor que los españoles, con la ayuda de algunos moros y africanos en general, al dejar como los chorros del oro las alambradas de la frontera del sur.De momento no han sido muy generosos y necesitaban europeizar a los ingleses y los daneses, que aún son un pedazo de vikingos. Pero hay que poner el ojo en objetivos asequibles. Por ejemplo: Comisión Europea para la Aplicación del Gelocatil en los Toros de Lidia, Central para el Estudio del Sarpullido del Cerezo, Confederación Europea de Capadores de Codornices, Sastrerías Reunidas para la Reconversión de los Trajes Usados de Clinton y Kohl... Inagotables posibilidades y suficientes si, desde la sinceridad histórica que no nos caracteriza, dejamos de hacer de palurdos que van por la historia dando codazos y guiñando el ojo: "Mitterrand y yo..., íntimos...". "Yo a Kohl le doy de beber en la mano...". "El otro día, Major me dijo: 'Ustedes sí que se han situado fírmemente en la más estricta modernidad".