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JULIO IGLESIAS, LIBERADO.

Los pacifistas abordan el reto de mantener en pie la movilización contra la violencia de ETA

Pedro Gorospe

PEDRO GOROSPE El impulso que ha tomado la sociedad civil contra la violencia en tomo al secuestro de Julio Iglesias Zamora no se puede frenar. Ésa va a ser desde hoy la lucha de toldos los grupos pacifistas vascos. Para estas organizaciones se abre un periodo que exige mayor imaginación para que los vascos no caigan en la tentación desmovilizadora y entiendan que la liberación del industrial es sólo una marca en el largo camino de la paz. Ahora, la educación, el diálogo y la presión social son as armas de mayor importancia para que la dolencia resulte a sus defensores cada día más insoportable.

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Si el Pacto de Ajuria Enea fue el comienzo, el espejo de la unidad de los partidos en el que comenzaron a mirarse los emergentes grupos pacifistas, ahora, el grado de movilización alcanzado en torno al secuestro del ingeniero guipuzcoano ha culminado un ciclo y ha convertido el pacto en un mero referente. La movilización civil ha alcanzado un vigor desconocido e inimaginable hace tan sólo unos años contra ETA y su entorno.La satisfacción era casi total ayer, un día de alegría, en el que sin embargo también se plantearon motivos de pesar. "El objetivo era la liberación de Iglesias sin condiciones, como es el de la paz, y eso no se ha conseguido", decía el portavoz de Gesto por la Paz, Javier Calle.. "Ahora, tenemos que ser capaces de sostener y aumentar la sensibilidad social porque, no tenemos que engañamos, ETA sigue ahí, y ayer mismo liberaba a Julio Iglesias pero atentaba otra vez".

El problema es cómo abrir nuevos cauces a la movilización permanente. "Quizás haya que inventar una cultura social que transforme la palabra enemigo por la de diferente", sostiene Xabier Askasibar, de Gesto por la Paz, para el que las armas fundamentales de la nueva etapa deben ser la concienciación, el diálogo, y el esfuerzo de todos.

La Plataforma Cívica por la Paz, Bakea Orain, pone el acento en la generosidad de la sociedad para buscar "vías de reconciliación necesarias para los miembros de ETA que se aparten de la organización y se reintegrenen la sociedad".

Todos estos grupos solicitan encarecidamente a los partidos del Pacto de Ajuria Enea que continúen ofreciendo al País Vasco la imagen de unidad necesaria para continuar creciendo. Todos salvo la antigua Coordinadora Antiautovía, ahora Elkarri, que lo que reclama es liderazgo y propuestas concretas.

Cinco años después de la trabajosa firma del Pacto de Ajuria Enea, el crecimiento del movimiento social ha ido en progresión geométrica. Pero, además, está poniendo en cuestión la exclusividad de los partidos a la hora de administrar la convocatoria a los ciudadanos a través de sus cúpulas dirigentes. Al mismo tiempo, propone un motivo de reflexión a HB y a la propia ETA, al rechazar la idea de quienes pretenden reducirlo todo a dos extremos y subrayar que entre el Gobierno central y ETA hay varios millones de ciudadanos.

"La presión social es necesaria y positiva", opinó ayer el secretario general de los socialistas vascos, Ramón Jáuregui "porque va a significar un balance negativo para los terroristas". Una opinión similar a la del lehendakari Ardanza, para el que el camino iniciado por el pueblo vasco hacia la paz, con la movilización permanente como telón de fondo es la vía para saltar el obstáculo de la violencia.

El resto de los partidos apuestan de igual forma por incrementar el protagonismo social. Si para el presidente de los populares vascos, Jaime Mayor Oreja, "hay que empezar a hablar de un antes y un después del secuestro", para el secretario general de EA, Inaxio Oliveri "es evidente que el dinero a ETA le puede so lucionar algo, pero el fuerte rechazo popular le ha hecho mucho daño".

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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