Un sueño amargo
El Lleida aún no conoce la victoria en su regreso a la Primera División
Nadie, ni los más pesimistas, se imaginaba hace tres meses que el anhelado retorno del Lleida a la Primera División tras 42 años de ausencia sería tan decepcionante como refleja su clasificación. Tras siete jornadas, la hinchada azul sólo tiene motivos para el desencanto: cinco derrotas, dos empates, sólo cuatro goles y, por supuesto, colista. Al equipo que dirige José Manuel Esnal, Mané, le espera un futuro incierto.
Al comienzo, se presumía que no habría problemas para que el Lleida hiciera un papel digno. A su favor tenía una afición eufórica, un campo reformado y una economía saneada. Falto coherencia, sin embargo, para formar un conjunto competitivo. La situación es crítica. La nave esta a punto de zozobrar y, para evitarlo, se reclaman soluciones definitivas.
El Lleida, cuyo error más grave ha sido el de no haber planificado la temporada con criterios de club profesional, tiene una lista de carencias que son las culpables de su descompensación. A Mané, el principal responsable por el poder que acumula, no se le pueden negar sus aciertos pasados, pero esta vez no ha sabido reunir a los jugadores idóneos.
El técnico no ha tenido tino en los fichajes. Lo demuestra el hecho de que aún no tenga un once base. Las negociaciones para contratar al búlgaro lotov, ahora del Español, fueron un cúmulo de despropósitos. Tampoco hay un equilibrio entre las líneas porque las incorporaciones se realizaron con criterios más económicos que deportivos.
Todos coinciden en que el remedio pasa por incorporar a dos futbolistas de calidad reconocida y que marquen la diferencia, ya que, actualmente, el Lleida sólo es un buen cuadro de Segunda y, desde luego, no superior al que logró el ascenso. En la mayoría de los equipos de Primera esa distinción la marcan los extranjeros. Ése no es el caso del cuadro catalán, que cuenta con el portero croata Mauro Ravnic y el bosnio Nikola Milinkovic.
Por lo que se ha visto, el Lleida necesita como agua de mayo un centrocampista que asuma el papel de líder y se convierta en el eje vertebrador del juego colectivo Falta también un delantero rematador con un estilo similar al del ruso Oleg Salenko, del Logroñés. Sería injusto condenar a Aguilá, batallador como el que más, a ser el Gary Cooper de la delantera.
Mané reconoce que la entidad no tiene la estructura necesaria para la máxima categoría: "Estamos pagando la inexperiencia". Sin embargo, sus críticas no son muy oportunas cuando tiene más fuerza que todos los miembros del Consejo de Administración, incluido el presidente. Desde su llegada, hace cinco temporadas, ha ido asumiendo las mayores funciones en lo deportivo y lo administrativo de forma tal que nadie mueve un dedo sin su aprobación. Los socios opinan que Mané es "el mejor presidente" que ha tenido el Lleida.
En opinión del entrenador, no se debe presionar a la plantilla porque sería negativo. "Es un momento delicado porque el esfuerzo no se traduce en puntos y dudamos de nuestro nivel. Estoy seguro de que esta situación es pasajera y de que pronto vamos a dar la talla en Primera", anima y trata de animarse Mané.
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