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Reportaje:

Canas en el aire

Un piloto de 71 años vuela cada mes en los viejos aviones de Cuatro Vientos

El aeródromo de Cuatro Vientos tiene dos museos, en cada uno de sus extremos. Uno, el del Aire, abrirá sus puertas el martes después de dos años de obras. El otro, el de la Fundación Infante de Orleans, conserva dos docenas de viejos aviones que los primeros domingos de cada mes salen del hangar para exhibir sus mejores piruetas en el cielo de Carabanchel. Ese día "es como si las meninas de Velázquez salieran del cuadro para saludar a la gente", explica Enrique Fernández-Coppel, de 71 años, el piloto más veterano de la fundación que no renuncia a poner cada mes sus canas al aire.Fernández-Coppel se soltó en los tiempos de Mari Castaña. El Bücker 131 que ahora pilota fue su novia durante su estancia en la Academia General del Aire de San Javier, en 1945. Estuvo en la primera promoción de pilotos. Su carrera militar se quedó en comandante. Prefirió ingresar en Iberia como piloto comercial. Allí estuvo 30 años.

De martes a sábado, de 11

00 a 14.00, en el hangar 3 del aeródromo de Cuatro Vientos. La demostración aérea es el primer domingo de cada mes a las 11.00. Entrada gratuita.

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Cuando se jubiló, Fernández-Coppel se dio cuenta de que no podía dejar la pasión de toda su vida: volar. Desde entonces tiene puesto el piloto automático en la Fundación Infante de Orleans, declarada en 1990 por el Ministerio de Cultura como entidad benéfica de interés cultural.

Todos los días él y una veintena de pilotos, ingenieros y demás enamorados de la aviación se afanan "en los ratos libres, porque con esto no ganamos un duro", aclaran en poner a punto los 20 aviones que están expuestos en el hangar que la fundación tiene en el aeropuerto de Cuatro Vientos.

De ellos, 14 están en perfecto estado de vuelo, otros dos están en restauración y cuatro a la espera de entrar en el quirófano. Son auténticas joyas. "Ves ese de ahí" indica Enrique Fernández-Coppel con su dedo índice hacia el Fleet azul, "es el avión más antiguo que vuela en España. Está hecho en 1928, y Puede estar valorado en casi 10 millones de pesetas". Es el diamante de la exposición de la Fundación Infante de Orleans.

"Tenemos como misión recuperar aviones que tuvieran algo que ver en la historia aeronáutica española, y mantenerlos en vuelo durante el mayor tiempo posible", repite de carrerilla Enrique. A sus 71 años, Fernández-Coppel, padre de dos pilotos y una azafata, sigue saliendo a volar: "Tengo que ir acompañado añado por prescripción facultativa". El infarto que sufrió no ha hecho mella en su espíritu.

Pero no siempre se pueden hacer todas las cosas que a uno le gustaría. El papeleo, las revisiones periódicas y las reparaciones son a veces una montaña demasiado alta que no se puede esquivar con una simple ascensión vertical. "Necesitamos 20 millones al año para mantener todos los aviones, y ese dinero no lo tenemos", lamenta.

Primer piloto militar

La historia de la fundación se remonta a 1984, cuando un grupo de aficionados creó la sección de aviones históricos del aeroclub José Luis Aresti. "Yo fui uno de los primeros impulsores", apunta Fernández-Coppel. En 1989 cambia el nombre del campeón de España de acrobacia aérea por el de Infante de Orleans (1886-1975). "Pusimos ese nombre por ser el primer piloto militar español y uno de los hombres más longevos sobre un avión".Después de casi medio siglo en el aire, el único accidente que Fernández-Coppel ha tenido ha sido en coche. "Me partí tres vértebras". Eso, y una vez que tuvo que aterrizar con el Bücker en un sembrado. El cambio de avión comercial por los aviones de principios de siglo no supone para él diferencia alguna. "No hay avión malo ni mujer fea", sentencia. "La responsabilidad", añade, "es la misma con 400 personas que con una. Me da igual llevar a un pastor que al jefe de Estado". Eso, aunque no le gusta que se conozca llevó a Franco.

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