Una coz a los fuegos artificiales
Los cerebros que han organizado la gira del cantante francés Jean Michel Jarre han luchado contra múltiples dificultades para conseguir que las instalaciones del hipódromo de la Zarzuela soporten una avalancha de 76.000 personas y un macroescenario. Todos los problemas han tenido solución. Menos uno.Ni la invasión del terreno por camiones y tractores, ni la cercanía de la Casa Real, ni los entrenamientos de los jinetes -adelantados a las seis de la mañana para evitar accidentes-, han impedido el trabajo a los técnicos del recital.
Pero un pequeño detalle no admitía discusión: de fuegos artificiales, ni hablar.
La traca final que acompaña todos los recitales de Míchel Jarre queda totalmente prohibida. El delicado temple de los 400 caballos de pura raza que viven en las cuadras del hipódromo -ocultas desde la carretera por viejos árboles- no lo soportaría. El ruido del fuego destrozaría sus nervios.
"Son animales muy curiosos, hemos convivido con ellos estos días", explica Javier de Lucas, coordinador del montaje. "Su belleza y sus nervios imponen".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.