La victoria que no llega
El Toledo, ordenado y eficaz, frustra los deseos del Leganés de saborear su primer triunfo en Segunda División
El Leganés no sabe lo que es ganar en Segunda División. El Toledo, su quinto rival de la temporada, se llevó ayer un punto del Municipal y obligó a la hinchada pepinera a guardar para mejor ocasión la sinfonía de cánticos prevista para celebrar la primera victoria.La ordenada defensa del Toledo, la disciplina de su medio campo para tapar las bandas y un delantero gigante llamado Paniagua fueron suficientes para amargar una mañana destinada al jolgorio.
La cosa se puso fea desde el principio, cuando un obús de Luis Castro atravesó la red de Aguilera y silenció los primeros aplausos de la grada. El tanto nubló la imaginación del Leganés. Sólo las carreras de Chuso por la banda derecha y el buen criterio del debutante Andrés en el centro del campo desestabilizaban al roqueño equipo toledano. La banda izquierda era un franja de cesped vacía, y los puntas, Antonio y Pazolo, dos islotes desconectados del juego. Luis Ricardo y Peces saltaron a la. hierba en la segunda parte y se aplicaron en la receta de su entrenador: agresividad y sacrificio. Luis Ricardo, un producto de la cantera madridista, acertó a meter la cabeza en el balón apropiado y volvió a inundar de ilusión el estadio.
El Leganés acometía como un toro encelado, pero sin orden ni claridad. En estas ocasiones es cuando surgen los jugadores de talento que encuentran un hueco en un palmo de terreno y son capaces de inventar un gol en una mancha de aceite. En el presupuesto del Leganés no hay sitio para esta clase de futbolistas. El sacrificio ablanda corazones, pero no gana partidos.
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