Un juez procesa a un guardia civil por tirotear a un taxista
Un juez de Madrid ha procesado por dos asesinatos frustrados a un guardia civil al que acusa de disparar con su pistola reglamentaria contra un taxista después de una discusión de tráfico. El juez le ha impuesto una fianza de un millón de pesetas. Si resulta insolvente, la responsabilidad subsidiaria debe ser del Estado, según el magistrado.Los hechos sucedieron el pasado 27 de agosto, entrada ya la madrugada. El guardia civil José Segovia acababa de prestar un servicio y se dirigía a su domicilio. A la altura de la calle de Villamagna detuvo su vehículo en el primer carril de la derecha (había coches estacionados en el carril bus). La maniobra obligó a un taxista que iba detrás, Julián Martínez Ortiz, a detenerse.
Segovia bajó de su vehículo y reprochó al taxista que se hubiese cambiado de carril, al tiempo que le insultó: "Todos los taxistas son unos chulos". Julián repuso: "Borracho", y el guardia le propinó un puñetazo en el rostro.
Seguidamente, taxista y guardia civil se enfrentaron a puñetazos. Otro taxista que pasaba por allí (que resultó ser un agente del Cuerpo Nacional de Policía) detuvo su vehículo para ayudar a su compañero taxista.
"Te doy una hostia..."
Los dos taxistas y el guardia dejaron expedita la calzada, increpados por transeúntes, y siguieron la conversación en la acera. En un momento determinado, el agente de policía recriminó al guardia: "No me faltes que te doy una hostia". Forcejearon y el agente de policía lanzó su puño contra la cara de José Segovia. Éste se dirigió a su vehículo y cogió su arma reglamentaria, que guardaba en un bolso riñonera; la montó y disparó en dirección al taxista. La bala dio en el coche.
Después se giró en busca del otro taxista (el policía, que había salido huyendo del lugar) y disparó al aire. Julián Martínez, al ver que el primer disparo había impactado en su coche, intentó apartarse, pero el guardia apuntó el arma hacia él y volvió a disparar. Cayó herido. Al intentar incorporarse, recibió otro impacto de bala, desde una distancia de unos dos metros. El taxista se hincó de rodillas; el guardia disparó de nuevo buscándole la cabeza, sin acertar, según el juez.
Julián, ya malherido, se acercó a su coche y se apoyó sobre la carrocería. El guardia civil, al parecer en un gesto de arrepentimiento, se acercó a él y amistosamente intentó abrazarle; el taxista le apartó. El herido logró arrebatarle la pistola y le propinó un golpe con la culata aprovechando un descuido de José Segovia.
Juan Carlos Hernández, abogado del guardia, que está encarcelado, ha presentado un recurso contra la decisión del juez. Utilizó el arma después de ser humillado y golpeado por estos taxistas y por otros más que acudieron allí, según explica el letrado.
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