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La ambición desmedida

Ruslán Jasbulátov, presidente del Sóviet Supremo de Rusia (Parlamento), es un economista de 50 años de nacionalidad chechena. Es el principal rival de Borís Yeltsin, con quien mantiene una aguda guerra por el poder.Nunca ha ocultado su desprecio hacia el equipo de Gobierno, a cuyos integrantes en alguna ocasión ha llamado "gusanos", sobre todo cuando se hallaba al frente Yegor Gaidar, el reformista económico radical que ha vuelto al Gabinete como primer viceprimer ministro encargado de la economía.

Jasbulátov es hombre de ambición desmedida que, haciendo honor a la fama de los pueblos del Cáucaso, ha tratado de pescar en río revuelto; en poco tiempo pasó de aliado político de Yeltsin a enconado adversario.

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El jefe del Parlamento hizo su aparición en la escena política en 1990, precisamente de la mano de Yeltsin. Cuando éste era presidente del Parlamento ruso le llamó para hacerse cargo de la vicepresidencia.

En realidad, el antiguo delfín de Yeltsin contribuyó de manera decisiva a acabar con el viejo régimen. Junto con el presidente y con Alexandr Rutskói fue uno de los que dio la cara cuando se produjo el frustrado golpe de Estado de agosto de 1991. Al ser elegido Yeltsin presidente de la Federación Rusa, Jasbulátov accedió a la presidencia del Parlamento.

Su actitud política ha pasado desde entonces de la colaboración al enfrentamiento con Yeltsin. Sus críticos en el bando demócrata destacan en él su capacidad para manejar a un colectivo de hombres inseguros.

En palabras del periodista Andréi Nóvikov, del semanario ruso Tiempos Nuevos, Jasbulátov pertenece "al tipo de persona que no participa en la toma del Palacio de Invierno", pero que es capaz de convertirse sigilosamente en protagonista cuando de lo que se trata es de capitalizar el poder conquistado por otros.

Su total desacuerdo con las reformas económicas que intenta introducir Yeltsin nace de su deseo de atraerse el favor de un pueblo que, a sus ojos, no puede sino clamar contra la dureza del plan. El año 1992 lo utilizó para reforzar su poder mediante su feroz crítica a la liberalización de los precios, que ha contribuido a incrementar el empobrecimiento de la población.

La gran tragedia de Jasbulátov es que su fuerza procede del actual Parlamento, cuya desaparición supondrá, probablemente, su propia desaparición. De ahí su oposición a la medida decretada por Yeltsin.

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