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Pekín se situa como favorita a un diva de la elección

Pekín se ha destacado como favorita ante Sidney para ser sede de los Juegos Olímpicos del año 2000. "Su triunfo se lo deberá a los norteamericanos y anglosajones por su machacona campaña de desprestigio, que ha enfadado a los miembros del COI", dijo uno de los más significados. La mayoría es de la misma opinión, aunque se reconoce también la capacidad y los méritos de Sidney. Claro que, a un día de la elección, todo puede cambiar aún. A algunos anglosajones les ha molestado la prepotencia china: no ha respondido a las críticas con ataques a los rivales, pero ha abusado de la necesidad y el interés mundial por dar los Juegos a más de 1.000 millones de personas.

Juan Antonio Samaranch, el presidente del COI, que hoy será reelegido automáticamente por otros cuatro años al ser el único candidato, terminó su discurso de apertura de la lola Sesión, que elegirá mañana la sede, con estas palabra: "Queridos colegas: os expreso mi reconocimiento y confianza cuando váis a tomar decisiones importantes. Sé que lo haréis en total libertad, según vuestra conciencia y con pleno conocimiento de causa". Una vez más, apelaba a la independencia olímpica, máxime cuando ya no hay peligro de, boicoteos de las grandes potencias.A Samaranch también le ha alcanzado la campaña anglosajona al acusarle de favoritismo hacia China. Los ataques británicos son ya habituales en los últimos tiempos y no sólo contra él, sino contra todo el poder latino en el deporte mundial. Desde el pionero brasileño Joáo Havelange, en el fútbol, hasta el italiano Primo Nebiolo, en el atletismo y las federaciones internacionales olímpicas, pasando por el mexicano Mario Vázquez Raña en los comités olímpicos nacionales. Libros, informaciones y comentarios han tratado de desprestigiar dicho poder cuando los dirigentes anglosajones han perdido puestos importantes. Samaranch, como con otros países, mantiene -unas excelentes relaciones con China y, es de la opinión de que el olimpismo puede ayudar a democratizar el país.

En la recta final de la elección, resultó sintomático encontrar el lunes por la noche al australiano. Kevan Gosper, segundo vicepresidente del COI y tercer hombre del organigrama, tratando de llamar por teléfono desesperadamente en una solitaria sala de prensa. No parecía el sitio apropiado para él, aunque sea el presidente de la comisión de prensa, y hubo que facilitarle una tarjeta para telefonear. Gosper es el promotor de la candidatura de Sidney y ve cómo su idílica propuesta, con sólo relativos problemas de distancia o fechas, puede perder por falta de tacto una batalla cada vez más política.

Pero el mundo anglosajón lo ha querido así. Los miembros del COI, en una época en que ya no existe el miedo a los efectos de la guerra de bloques y cuando se sienten con capacidad para influir en la historia de China, han desaprobado sucesivas, intromisiones desafortunadas. Tras las cartas de los senadores y diputados de Estados Unidos, les han indignado las declaraciones del ministro de Exteriores británico, Douglas Hurd. Para Hurd, lógicamente, Manchester (tan descartada ya como Berlín o Estambul) era el lugar apropiado, pero, si no, debería ser Sidney porque una victoria de Pekín "seria una mala noticia".

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