El ministro ruso de Defensa exige la retirada de las tropas georgianas de Abjazia
La retirada de las tropas georgianas de Abjazia es la única salida que le queda a Tbilisi, afirmó ayer el ministro de Defensa ruso, Pável Grachov, que dejó así bien claro que no está dispuesto a intervenir para salvar al régimen georgiano de Edvard Shevardnadze, el ex ministro de Exteriores de la desaparecida URSS. La declaración del jefe militar de la potencia mediadora en el conflicto abjazo-georgíano contrasta con las amenazas de sanciones económicas hechas con antelación por el Gobierno ruso a Abjazia si ésta no volvía a sus anteriores posiciones y no dejaba de atacar Sujumi.
Pável Grachov dijo que la única solución al conflicto es cumplir los acuerdos de Sochi, firmados el 27 de julio pasado, y sacar todas las tropas georgianas del territorio de Abjazia, república autónoma de Georgia. Luego, sentarse a la mesa de negociaciones y, con la participación de Rusia, resolver el problema de Abjazia. "Desgraciadamente, las autoridades de Georgia no muestran, por el momento, deseos de querer actuar de esta forma", subrayó Grachov en una reunión que mantuvo en Moscú con su homólogo inglés, Malcolm Rifkind.El ministro de Defensa ruso recordó que a finales de la semana pasada Georgia rechazó su propuesta de enviar a Abjazia dos divisiones y una brigada como fuerzas de interposición y que ahora, cuando Tbilisi ha aceptado esta propuesta, ya no se puede realizar. "Allí [en Sujumi, la capital abjaza, en manos georgianas desde el verano del año pisado] se combate en las calles, y la utilización de fuerzas pacificadoras para separar a las partes en guerra ya es imposible", señaló Grachov.
Al mismo tiempo, informó que había logrado convencer al líder abjazo, Vladislav Ardzinba, de que interrumpiera el bombardeo artillero de Sujumi, que sus tropas se abstuvieran de entrar en la ciudad y que abriera "un corredor para que las formaciones georgianas puedan salir sin obstáculos de Sujumi".
Las manifestaciones de Grachov parecen reflejar una gran división en el Ejecutivo ruso con respecto al conflicto abjazo-georgiano. En efecto, la declaración que hizo el Gobierno ruso después de que los abjazos rompieran el alto el fuego fue muy dura y subrayaba que ni siquiera el incumplimiento de algunos puntos del acuerdo de Sochi por parte de los georgianos podía justificar las acciones de Ardzinba.
Sanciones
El Gobierno ruso también amenazaba con aplicar sanciones en contra de Gudaúta (donde tienen su sede de las autoridades abjazas) si no regresaban a las posiciones anteriores a la violación del alto el fuego y no suspendían los ataques contra Sujumi. Según Gudaúta, mientras Grachov hacía en Moscú sus declaraciones favorables a los abjazos, en Abjazia no había electricidad debido a que habían entrado en vigor las sanciones rusas.
La falta de electricidad hace sufrir, ante todo, a la población civil, afirmaba ayer el centro de prensa del Parlamento abjazo. La panaderías están paralizadas y las bombas de agua de los edificios han dejado de funcionar, con lo que el preciado líquido no llega a las viviendas. La situación en los hospitales es crítica, según Gudaúta; los quirófanos se iluminan gracias a la utilización de motores diesel, que trabajan con muchas interrupciones, mientras que los frigoríficos en los que se guarda la sangre no funcionan.
[Sujumi se ha convertido en un, infierno, la Sarajevo del Cáucaso, bajo permanentes bombardeos y ataques diarios de las tropas de los separatistas abjazos, informa Efe desde la capital de Abjazia. Su población sólo sueña con abandonar la ciudad. De sus 150.000 habitantes sólo quedan allí 50.000].
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.