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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Regenerar

El canciller alemán, Helmut Kohl, ha lanzado en la inauguración del congreso de su partido democristiano (CDU) la idea de la regeneración. Un programa de consolidación con el que quiere dar nuevo signfricado a los valores tradicionales que han hecho de Alemania uno de los países líderes del mundo. "Humanidad, fidelidad, puntualidad", dijo, deben ser rescatados para sacar al país del actual marasmo.¿Reformismo o truco electoral? Alemania pasa por un periodo difícil, con síntomas espectaculares de agotamiento económico. Pero también es verdad que ahora se da el pistoletazo de salida a una cadena de elecciones - 18 en total, y entre ellas, la de presidente de la República en mayo próximo- que culminarán en los comicios generales del 30 de octubre de 1994. Es probable que cuando Kohl habla a su congreso de que "asegurarnos el futuro de Alemania" o propone al SPD en el Parlamento una gran coalición, esté arrimando el ascua a su sardina. Exactamente igual que cuando el socialdemócrata Rudolf Scharping rechaza su oferta porque la CDU "está destruyendo las bases sociales y emocionales de la unificación". Ambas declaraciones suenan a electoralismo.

El problema, bien analizado y denunciado por Kohl -sean cuales fueren los motivos para hacerlo ahora-, tiene que ver sobre todo con un estado de ánimo global de pesimismo e indiferencia que afecta a sus compatriotas. La vida de éstos es confortable, su dependencia de la generosidad del Estado es excesiva, su población inactiva está sobredimensionada y el envejecimiento de la población incrementa espectacularmente las clases pasivas. El Estado del bienestar también está en precario en Alemania: es muy difícil asegurar con fondos públicos a jubilados voluntarios de 58 años de edad que luego viven hasta los 80, a estudiantes que siguen en la universidad a los 30 años; es muy difícil, casi imposible, controlar a la vez el flujo de inmigrantes y refugiados económicos y la presión de los alemanes del Este. No hay dinero para todo. La deuda pública es de casi dos billones de marcos (164 billones de pesetas). El coste de la recesión, unido al de la unificación, está resultando excesivo.

Es obvio que las autoridades alemanas pretenden revigorizar al país animando a los ciudadanos a adoptar una actitud más positiva frente a una cuestión tan. sutil como es la moral nacional. En los últimos meses, con la crisis de Maastricht, la recesión económica mundial y la presión de las economías desarrolladas sobre el marco, Alemania se ha resentido de las demandas de liderazgo que se le imponen. Ahora, pese a los indicios de una tímida recuperación y a la promesa del ministro de Finanzas de una severa restricción del gasto presupuestarlo, el Bundesbank se resiste a continuar la suave bajada de los tipos de interés -iniciada tras la contención de las tensiones inflacionistas en su economía-, que tan esencial le está resultando a los restantes países europeos. La clave es encontrar el estímulo del ahorro y la disciplina en una sociedad poco propicia al sacrificio.

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