Salvar a los civiles
CONCLUYE HOY en Ginebra la Conferencia Internacional sobre la Protección a las Víctimas de la Guerra, convocada por el Gobierno suizo a iniciativa del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). En la misma ciudad, los líderes musulmán, serbio y croata de Bosnia discuten sus diferencias e intentan llegar a un acuerdo para acabar con un conflicto bélico en el que las peores atrocidades han escapado del campo de batalla para extenderse de forma generalizada a la población civil."La necesidad de proteger a las víctimas de la guerra jamás ha sido mayor", aseguraba ayer la japonesa Sadako Ogata, alta comisionada de la ONU para los refugiados. En su opinión, se sobrepasa "el umbral de lo tolerable" tanto en Bosnia como en Asia central, en el Cáucaso ex soviético, en Somalia y en multitud de otros países africanos. El ministro ruso de Exteriores, Kózirev, recordó que de las 170.000 personas muertas en Bosnia 126.000 eran civiles, y sugirió que 1994 sea proclamado Año Internacional de Protección de las Víctimas de la Guerra.
El objetivo de la conferencia no es firmar nuevos tratados, sino promover el cumplimiento de los ya existentes: los cuatro convenios de Ginebra de 1949, los dos protocolos adicionales de 1977, la Convención de La Haya de 1954 y la de la ONU de 1980. La mayoría de los países ha suscrito estos compromisos, que obligan a humanizar el comportamiento de los ejércitos y fuerzas irregulares, incluso dentro de ese horror que es toda guerra por sí misma. Pero hay algunas ausencias significativas, como las del Reino Unido y Estados Unidos, que aún no han ratificado los protocolos adicionales.
Peor aún: la firma al pie de los documentos no garantiza su aplicación sobre el terreno, como a diario se encargan de demostrar los contendientes en los numerosos conflictos que azotan el mundo en este fin de siglo que se ha empeñado en demostrar inútiles los mapas que surgieron después de la II Guerra Mundial.
El catálogo de violaciones del derecho humanitario produce escalofríos: matanza de civiles, operaciones de limpieza étnica, ejecuciones sumarias, torturas sistemáticas, condiciones de detención inhumanas, desvío de la ayuda humanitaria, hospitales desprovistos de bienes esenciales, obstáculos a las organizaciones de asistencia... No son atrocidades que ocurran en exclusiva en Bosnia-Herzegovina, aunque sea probablemente este conflicto el que más ha conmocionado a la opinión pública occidental, que ha asistido a tales horrores a través de la televisión.
Lo que representantes de 160 países debaten estos días en Ginebra es cómo facilitar el trabajo de las organizaciones de ayuda a las víctimas, extender el conocimiento del derecho humanitario, impulsar el cumplimiento de éste, desarrollar los mecanismos de establecimiento de los hechos, identificar a los culpables de las violaciones y hacer posible su castigo. Un catálogo que exigiría un compromiso de acción de toda la comunidad internacional. Un compromiso, en fin, contra la barbarie.
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