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La sensación de que la crisis económica toca fondo desata la euforia en la Bolsa española

R. V. El índice general de la Bolsa de Madrid -más del 901/1 de las Bolsas españolas superó el viernes el 3001% un nivel psicológico que no tocaba desde julio de 1990 y que ha recordado los mejores momentos del mercado. Las causas que explican los cuatro máximos anuales consecutivos que ha conseguido el índice esta semana hay que buscarlas en el desplazamiento del dinero desde otros mercados hacia la renta variable, en las expectativas de una caída de los tipos de interés en Alemania y en la sensación de que la recesión económica ha tocado fondo. El volumen negociado en agosto superó los 400.000 millones, con la construcción, la siderurgia y la banca como sectores más dinámicos.

Los analistas señalan como primera causa de la subida de la Bolsa la depreciación de la pe seta respecto al dólar, desequilibrio que ha forzado el arbitraje -operaciones de compra en un mercado y de venta en otro- entre la Bolsa española y la norteamericana. Sin embargo, sólo son siete los valores españoles que cotizan en Wall Street y, aunque están entre los que cuentan con mayor liquidez del mercado español, su capacidad de arrastre resulta una explicación insuficiente del boom bursátil de 1993. La segunda causa de esta aparente contradicción de Bolsa en máximos y economía en mínimos está en la caída de la rentabilidad de las letras del Tesoro, el activo que había ser vido de alternativa a la inversión durante los últimos años gracias a sus elevados tipos de interés. En las últimas subastas de letras, el Tesoro público ha situado la rentabilidad por de bajo del 10%, un nivel tan psi cológico como el del 300% para el índice bursátil pero que está provocando un importante trasvase de dinero hacia el mercado de acciones. La subida del índice desde enero ha sido del 41,4%, mientras que la caída en la rentabilidad de las letras a un año ha sido del 29,7%.

Proceso selectivo

La diferencia entre el avance del índice general y el de los sectores muestra un proceso selectivo que tiene difícil explicación para los analistas, ya que junto a las causas concretas -seguridad y rentabilidad de los títulos bancarios- hay razones de peso como la recuperación por parte de grupos que habían re sultado muy castigados a lo largo del pasado ejercicio. El sector de construcción lleva ganado un 69,82%, en parte porque el panorama sectorial está cambiando -aumento de la licitación en obra pública en España y contratos en el extranjero en dólares- y también porque al concluir las grandes obras de 1992 se produjo una espectacular caída de las cotizaciones, lo cual viene a dar como resultado esta puesta al día.

La recuperación del sector siderúrgico también responde a esa razón de mercado que favorece a un sector que está muy barato, aunque la causa de esa caída de los precios sea una reconversión industrial a gran escala y la crisis económica.

El sector bancario gana un 47,34%, poco más que el índice, y aquí se aduce otro factor psicológico para apoyar a unas sociedades que ganan mucho menos dinero que hace tres años. La salida a Bolsa de Argentaria y la macroampliación de Banesto son parte de esa subida y de que ahora no falten compradores de títulos bancarios, ya que las casas de análisis del exterior han tenido que efectuar muchos trabajos comparativos. En este punto también se señala la importancia de que tres de los valores que cotizan en Wall Street ponderan un 15,5% en el índice y un 53,3% en el del grupo.

El otro grupo que supera al índice general, aunque ligeramente, es el de sociedades de inversión. La recuperación de Corporación Banesto, que pondera un 34,8% en el índice del grupo y que gana un 70% en este año, es la causa de este avance, sin que los analistas quieran entrar en más detalles.

El resto es un reflejo de la crisis económica o de los efectos de la caída de la peseta. Las sociedades eléctricas, por ejemplo, ganan un 36,15%, cifra de compromiso entre el beneficio que supone la caída de los tipos de interés para unas sociedades que pagan un buen dividendo y el desastre del incremento de las pesetas a pagar por su abultado endeudamiento en divisas.

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