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La casera y los revoltosos

Los flamencos del Café de Chinitas se manifiestan contra la clausura del local, propiedad de Pitita Ridruejo

Palmas y taconazos contra el cierre. El medio centenar de trabajadores del Café de Chinitas se manifestó ayer con baile y zapateado en protesta por la clausura municipal, ordenada por los ruidos que genera el tablao. La casera del palacio no vio el cuadro. Pero desde So togrande (Cádiz), Esperanza Pitita Ridruejo, la propietaria del local, se decía indignada: "No me opongo a que hagan obras de insonoriza ción. Ellos pretenden que las haga yo y me piden 250 millones de pesetas por daños y perjuicios", aseguraba.Trajes de volantes, rasgueos de guitarra y pancartas. Coplas también: "En el Café de Chinitas ya no se oyen las palmas por culpa de Pi tita que nos echa por las malas". Los empleados del tablao bailaban ante su local de la calle de Torija, cerrado desde el pasado 29 de julio. Un entre namiento después de casi un mes sin trabajar. Todo, a dos pasos de la Gran Vía.

"¡Huy, qué horror!"

La Chunga, artista principal del cuadro, apelaba al buen corazón de la dueña, Pitita Ridruejo, para poder volver a trabajar. El ex concejal de Centro Ángel Matanzo también se sumaba airado a la protesta: "¿Es que ahora no hay cultura?"."¡Huy, que horror!", exclamó Pitita al conocer por este periódico la celebración de la protesta frente a su palacio. Luego entró en detalles sobre esta guerra que enfrenta a la casera con sus únicos inquilinos, heredados al adquirir la mansión en 1976.

"Desde que vinimos a vivir aquí, en 1982, estamos intentando que los del tablao insonoricen la sala. El ruido es tan insoportable que tuvimos que hacer un dormitorio en la buhardilla", explica la propietaria del palacio dieciochesco. Añade que en 1988 solicitó un informe sobre el ruido del local: 40 decibelios. "Y el límite son 30", apostilla Ridruejo.

"Aquí no hay ni un vatio. Desde hace 23 años sólo tenemos palmas y guitarras", se defiende el portavoz de los inquilinos, Javier Sánchez Ocaña.

Pasó el tiempo. "Como no queríamos perjudicar a esa gente, archivamos el informe y he inos dialogado mucho en busca de soluciones", añade la pro pietaria. Pero las soluciones no llegaran y Pitita se cansó. "Primero nos dijeron que no podían gastar tanto dinero, luego incluso nos amenazaron... en fin, cosas muy desagradables", prosigue.

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Casera e inquilinos, que ya tuvieron un pleito, llevan por lo menos un año enzarzados en un particular Sarajevo que usa los requerimientos notariales como artillería. El Ayuntamiento ha ordenado la insonorización del tablao, pero las dos partes, con abogados de por medio, no se ponen de acuerdo. Según la propietaria, los arrendatarios pretenden que sea ella quien pague las obras. Añade que también pretenden hacer modificaciones estructurales. Los del tablao niegan estos cambios y dicen estar dispuestos ellos a hacer las mejoras, pero que Pitita. no las autoriza. De hecho, muestran la licencia municipal para la reforma, con fecha del pasado 17 de junio. Los inquilinos critican que el recurso contencioso-admi nistrativo presenta do contra el cierre fuera desechado automáticamente. Creen que la propietaria pretende echar los. Pagan 18.000 pe setas de renta estricta, cantidad que crece por conceptos añadidos hasta las 80.000 mensuales. Tras el cierre por orden municipal, los inquilinos se han defendido con un nuevo requerimiento a la casera, enviado el martes pasado, para que les autorice las obras. De paso le piden 250 millones de pesetas por daños y perjuicios. Pitita está escandalizada. "Y a partir de ahora, lo que venga.. Vamos a meternos en pleitos por un tubo", anuncia Sánchez Ocaña.

Mientras, los trabajadores en la calle. "Yo no tengo nada contra ellos. Los gitanos son encantadores", dice Pitita. Monchi, el guitarrista de La Chunga, se encoge de hombros: "Nos han dejado sin trabajar, y es lo que es".

Para flamencos, todos.

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