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Ley del silencio

Siete soldados muertos y dos heridos. Ha sido uno de los golpes más duros desde la invasión israelí de Líbano, en 1982. El Gobierno, cuya actividad se limitaba a cuestiones de seguridad y defensa mientras la mayoría de los ministros disfrutaba de sus vacaciones de verano, se reunió en sesión de urgencia durante varias horas para examinar las implicaciones del ataque. Aún no había concluido la sesión cuando un artefacto mataba a otro soldado en la misma zona.Durante 12 horas el Tsahal (Ejército) impuso su ley del silencio a todos los medios de comunicación: ni una palabra, ni un comentario, ni la más mínima referencia a lo que había sucedido a pocos kilómetros del país, en la llamada zona de seguridad. Los militares exigen informar personalmente a las familias de cada uno de los muertos antes de que los periodistas puedan hacer su trabajo.

Pese a los terribles bombardeos del sur de Líbano durante la última semana de julio, esta matanza, aunque amarga, no significa un fracaso para Isaac Rabin. El primer ministro israelí declaró públicamente que el alto el fuego, tácito entre Hezbolá y el Tsahal se refería únicamente a los ataques contra los civiles de una y otra parte. Por el contrario, los soldados israelíes estacionados en la zona de seguridad saben que están en un área de guerra, expuestos a los ataques de la guerrilla.

"Es una acción sumamente alarmante, que lamento profundamente" declaró el ministro de Exteriores israelí, Simón Peres, que se encuentra de visita oficial en Noruega. "Es una enorme tragedia para todos nosotros, que hemos hecho un esfuerzo supremo por tranquilizar la situación en el sur de Líbano y en el norte de Israel", añadió el jefe de la diplomacia israelí.

Peres no quiso especular sobre las eventuales respuestas de su Gobierno ni comentar el bombardeo por la aviación israelí de tres bases de la guerrilla pro iraní en el valle libanés de la Bekaa, pero en Israel se barajan las más diversas hipótesis.

Según los expertos militares, el Gobierno tiene tres posibilidades: la primera, una incursión punitiva concreta dirigida contra una o varias bases de Hezbolá. Es lo que hicieron ayer los cazas israelíes pero, al parecer, las bases estaban desiertas, el armamento había sido retirado y sólo quedaban sacos terreros. Una acción aún más precisa podría acarrear la muerte de más soldados.

La segunda opción sería la utilización de la artillería israelí contra las bases de Hezbolá y la tercera, una operación más amplia. Estas dos últimas posibilidades pueden ser consideradas por la guerrilla como una violación del acuerdo y provocar una escalada de los ataques de uno y otro lado, lo que causaría nuevas víctimas civiles.

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Todas las opciones son malas pero los analistas indican que sólo hay una cosa cierta: que Isaac Rabin no puede permitirse el lujo de pasar por alto la respuesta a un ataque como el ocurrido ayer.

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